Virreinato del Perú ¿como hubiera sido la situación en esa época se le daba la pandemia del Covid- 19?
Respuestas a la pregunta
Otro rasgo fundamental del sistema político virreinal era el juego de dones y contradones y la obligación de colocar a tu familia extensa (parientes, criados y allegados) en los mejores puestos de gobierno. Actualmente, para hablar de corrupción deben existir ciertos componentes básicos: el nepotismo (es decir, el reparto excesivo de privilegios y empleos entre los miembros de una familia nuclear o extendida), la prevaricación (dictaminar a sabiendas una sentencia injusta) y el cohecho (esto es, sobornar con dádivas a un funcionario). Si cometemos un anacronismo y aplicamos sin más esta definición, podríamos concluir que el Perú virreinal era corrupto, e incluso ir más allá y afirmar que la corrupción de hoy es una herencia del periodo virreinal. Pero, sin duda, hay que entender que no se pueden aplicar conceptos modernos al pasado sin entender el funcionamiento de un sistema que era radicalmente distinto al actual. Para comenzar, en el Tesoro de la Lengua Castellana o Española de Sebastián de Covarrubias, publicado en 1611, la palabra “corrupción” significa “pudrimiento”, “corrupción de huesos”. La palabra “corromper”, solo en una acepción se acerca a nuestro tema: “Corromper los jueces, cohecharlos”. Y es sumamente difícil encontrar esta palabra en los contenciosos o en la correspondencia cuyo tema involucre el mal comportamiento de los funcionarios. Según algunos historiadores, parte de la explicación debe comenzar con el entendimiento de la importancia del rol jugado por el sistema patrimonial en la configuración del “Estado” virreinal; éste colocaba en la figura personal del monarca la autoridad para repartir prerrogativas económicas y de gobierno, de manera que el monarca desplegaba su autoridad mediante un mecanismo burocrático basado en la lealtad personal y la subordinación de sus parientes y criados. Otros, como Alejandro Cañeque, han cuestionado la pertinencia de este enfoque. Según Cañeque, hablar de “Estado” es un anacronismo producto de la extrapolación de conceptos contemporáneos que no existían en los siglos XVI y XVII. Incluso la burocracia sería inexistente, si se la entiende desde el punto de vista weberiano de un cuerpo regido por reglas impersonales y compuesto de un personal profesional y competente. De modo que, para el autor, es preciso analizar los códigos culturales y los elementos rituales que acompañaron a la “economía del favor” para entender la verdadera naturaleza del poder monárquico en América. En lo que sí coinciden todos los historiadores, es que la “cultura del don”, esto es la concesión de gracias y mercedes, era “el mayor vínculo de los imperios”. La potestad de conceder rentas, cargos u honores estaba relacionada a criterios morales y jurídicos, específicamente a la justicia distributiva, mediante la cual se suponía que existía un orden al que la organización política debía ajustarse. Por ello, en el ejercicio del patronazgo de los virreyes –y de los consejeros de Indias, y de los validos del rey– se asumía que estos actuaban en conciencia cuando proponían a personas para ocupar cargos civiles o eclesiásticos. Del mismo modo, como afirma Arrigo Amadori, el patronazgo también debía conjugar con la justicia conmutativa, muy vinculada a la obligación contraída por el monarca con los conquistadores y sus descendientes. Este tema, el del patronazgo ejercido por las altas autoridades en las Indias, fue un permanente dolor de cabeza para los criollos y una de las principales quejas esgrimidas por los movimientos de reivindicación criolla, que se sentían excluidos en el reparto de mercedes. El problema desde el punto de vista de los virreyes, como ha señalado Cañeque, era que el otorgamiento de cargos a un benemérito “suponía claramente una merma en el poder del virrey, pues al dar un oficio a un descendiente de conquistador, que lo recibía por derecho de nacimiento, éste no quedaba ligado al virrey por ninguna deuda de gratitud, y con ello, de sumisión”.
Respuesta:
Creo que hubiera sido peor que la actualidad debido que en ese tiempo El virreinato vivió cuarenta años de caos administrativo debido tras el sometimiento del Imperio Inca ademas no se habría podido combatir el virus debido a que en esos tiempos no existían medicinas o tratamientos que pudieran contrarrestar un virus