Castellano, pregunta formulada por 1065815745, hace 6 meses

unos cazadores pretendían​

Respuestas a la pregunta

Contestado por mariselisvaldivieso2
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Porque, señor redactor, yo no mato animales. Yo cazo. Mata animales el matadero que surte de carne al restaurante al que usted acude a comer, pero yo no. Aunque la muerte del animal, su captura, sea la culminación buscada en el ejercicio de la caza, no es necesariamente el final de toda cacería, antes bien todo lo contrario. Es la incertidumbre del resultado lo que convierte a la caza en mucho más que matar.

Sin esa incertidumbre, que se concreta en la posibilidad real de escape de la pieza deseada, no estaremos ante un acto de caza, sino ante otra cosa. Por eso, el cazador, cuando entra en el campo, en el monte, en la jungla, a cazar, se siente parte integrante de la naturaleza salvaje de una forma tan íntima como ningún otro humano, con cámara, prismáticos o simpe ojo avizor, estará jamás. Por eso el cazador, admirará a su pieza abatida o no, como el magnifico animal que es. Y se preocupará de ejercer su actividad de forma responsable, pues la muerte del animal siempre generará una minoración en la población de su especie. Y así cazan, en este mundo moderno, desarrollado, los cientos de miles de cazadores españoles y los millones de cazadores de todo el mundo occidental que no cazan para sobrevivir físicamente, sino emocionalmente. Dentistas, abogados, médicos, veterinarios, biólogos, escritores, periodistas, albañiles, fontaneros, carpinteros; todos con una nota común, el amor a los animales, a la naturaleza y a la caza.

Todos son personas que, en el ejercicio de la caza aman al animal al que persiguen, la lucha con la naturaleza, en la naturaleza, siendo naturaleza... Así cazan, de forma responsable, preocupándose como los primeros de la suerte de las especies, de la conservación de los espacios naturales y de la biodiversidad que albergan; y no solo cuando hay noticias como la de Cecil, sino todo el año, todos los años.

Contribuyendo al conocimiento y control de las especies, no solo cinegéticas; conservando a través de sus cotos, los magníficos espacios naturales en los que quieren practicar la actividad que aman para proteger a los animales a los que aman más aún. Gracias a los amantes de la caza, que durante siglos se han preocupado en conservar los hábitats naturales de las especies, tenemos en este país muchos grandes parques naturales envidia de Europa y del mundo que antes fueron grandes fincas de caza.

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