Una soleada mañana dos hermosos pájaros azulejos se posaron en una de las ramas secas de un árbol enfermo.
– ¿A qué se debe tanta tristeza? – preguntó uno de los pajaritos al árbol. Los dos pajaritos y el árbol se quedaron pensando durante un rato.
– ¡Muchas gracias, queridos amigos! – Exclamó el árbol lleno de alegría. Fue así, como los azulejos, las palomas, los periquitos, los colibríes, los carpinteros, y otras aves del lugar, se reunieron junto al río más limpio y dirigidas por los dos azulejos llevaron agua en sus picos para el amigo árbol.
– Exclamó el árbol, cuando pudo disfrutar la lluvia que los pajaritos dejaban caer sobre él. A partir de ese momento, y durante todo el tiempo que duró la sequía, cada día los pájaros regaban con mucha generosidad y cariño al árbol. Poco a poco el árbol que una vez fue enfermo, recuperó su vitalidad, cientos de hojas de un sano verde volvieron a crecer entre sus ramas, su tronco se hizo cada vez más fuerte. El árbol volvió a sentirse vivo y frondoso.
La hermosura y presencia que el árbol daba al patio en el que vivía, provocó que a la casa nuevamente la habitaran. Todos los días la señora y los niños de la casa regaban el árbol, éste cada vez se volvía más brillante. Después de un tiempo llegó la primavera, los pájaros felices por ello y por la fortuna del árbol decidieron organizar una fiesta en el patio. – ¡No! ¡No se posen sobre mis ramas! ¡Por favor! – dijo el árbol a los pajaritos- Pueden tirar mis hojas, mis flores y mis manzanas.
Busquen otro árbol para divertirse, hay muchos por este lugar. Los dos azulejos junto con los otros pájaros se fueron de allí muy tristes y desilusionados por la actitud del árbol a quien tanto habían ayudado.
Lo mismo pasó con los pájaros carpinteros y los periquitos que intentaban comer de las manzanas del árbol. Poco a poco, la actitud del viejo árbol ocasionó que los pájaros se alejaran del patio y dejaran de visitarlo. La señora de la casa preocupada pidió a su esposo que cortara el árbol porque en cualquier momento podría caer sobre la casa. El árbol escuchó lo que la mujer dijo a su marido, por eso lloró desconsoladamente.
– ¿Qué te pasa árbol? ¿Por qué lloras? – Preguntó uno de los azulejos.
No llores viejo árbol, nosotros con mucho gusto te ayudaremos –
Las aves trabajaron conjuntamente, comieron de las manzanas, también tiraron de las flores y las hojas del árbol. Poco a poco se fue aliviando el peso, causando que el árbol se enderezara y que los señores de la casa decidieran no cortarlo. De esta manera, aunque por un tiempo el árbol solo tuvo unas cuantas hojas entre sus ramas, vivió muy feliz rodeado de sus amigos los pajaritos, pues logró comprender el valor de la ayuda, también el del agradecimiento, el servicio y la generosidad
1 ¿Qué enseñanza te dejó la historia?
2 Menciona las principales características del árbol viejo y de los
pájaros azulejos.
3¿Con cuál personaje de la historia te identificas? ¿Por qué?
4 ¿Crees que es importante pedir ayuda? ¿Por qué?
5 Cuenta de manera sencilla una experiencia en donde hayas
tenido que pedir ayuda.
6 Escribe el nombre de las personas que en algún momento te
han ofrecido su ayuda.
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