una situación de tu vida que hayas sentido la necesidad de buscar la conversión y narra esa experiencia por medio de un cuento
Respuestas a la pregunta
Hola, yo tengo una situación que me pasó en mi vida, cuando tenía 7 u 8 años.
Título que le puedes poner: Un milagro inesperado. Te lo cuento como ocurrió, luego el cuento lo acomodas a tu gusto
Todo empezó un 8 de diciembre, era el día de la Virgen María, y yo estaba en mi casa mirando la TV con mi hermano. Mi abuela estaba en la cocina haciendo panchos, lo que nos había prometido ese día. Yo no creía en Dios ni tampoco iba a Misa, aunque mis abuelos lo hacían.
Después de comer los panchos, volví a mi cuarto con mi hermano, habíamos llevado una fuente de galletitas y las comimos viendo una película.
De la nada, siento que me ahogo. No podía respirar y en un intento por avisarles a los demás miembros de mi familia, salí corriendo al patio trasero de la casa pero me desmayé. Desperté en el hospital, nadie sabía qué me pasó y les expliqué que de la nada me ahogué y que creía que me atraganté con algo duro y se me fue al pulmón.
Me hicieron una radiografía y tuve razón, había algo en mi pulmón izquierdo: me había tragado un pequeño hierro (de esos que unen las ruedas de algunos autitos de juguete). Nunca entendí cómo pasó eso.
Como en el hospital había muchas enfermedades por aquel entonces, me enviaron a un centro de cuidados, donde atendían monjas. Ahí estuve 10 días.
Durante esos días, mi abuela me acompañaba, y también recibí visitas de mi mamá y mis tíos. Fue lindo ese lugar, las monjas repartían juguetes y cuidaban muy bien a los enfermos, también empecé a ir a Misa en la capilla del centro.
Cuando vi la cruz, y a Jesús colgado de ella sentí un mareo y luego empecé a sentir tristeza por aquel que había muerto por nuestros pecados para salvarnos. Su historia me conmovió y quise saber más de Él, el ser en el que mucha gente espera y confía.
Al décimo día, a las 2 de la tarde, me agarró un ataque de tos que no me dejó descansar, fui al baño para intentar calmarme, y cuando llegué a la pileta y abrí la canilla para lavarme la cara, el ataque fue peor. Mi abuela me siguió por detrás si que yo me diera cuenta, luego supe que ella estaba orando cuando me vio dirigirme al baño.
Con el ataque de tos, el hierro que estaba atascado en mi pulmón salió disparado hacia el suelo y me desmayé. Cuando desperté, estaba en el baño, rodeada de personas y mi abuela a mi lado, todos lloraban de felicidad. Nadie podía creer el milagro que acababa de ocurrir, me salvé de una operación riesgosa que me podría haber costado la vida. Dios, en su infinita bondad, escuchó las oraciones de mi abuela y decidió obrar para salvarme.
Desde ese día, yo sentí la necesidad de buscar la conversión y me dediqué a estudiar todo sobre la Iglesia Catóica, los santos, la Virgen María y sobre todo, Dios.
Nunca me arrepentí de mi conversión, y hoy estoy en mi último año de Confirmación, y planeo llevar una vida enteramente dedicada a aquel que me salvó cuando no tenía esperanza de vivir ni sabía lo maravilloso que es cuando confías y vives en Él.