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Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Actualmente, una gran preocupación para muchos cristianos en su lugar de trabajo es cómo guardar los principios que creemos que reflejan la voluntad de Dios y Sus propósitos para nosotros como Sus representantes, los portadores de Su imagen. ¿Cómo podemos hacerlo en momentos en los que la presión en nuestro trabajo nos impulsa a la deshonestidad, deslealtad, a ofrecer mano de obra de baja calidad, cuando hay explotación de compañeros de trabajo, clientes, proveedores o comunidades vulnerables en general, salarios demasiado bajos y malas condiciones de trabajo? Sabemos por el ejemplo de Set, y muchos otros en la Escritura, que es posible trabajar de acuerdo al diseño y mandato de Dios en el mundo.
Mientras otros pueden sucumbir ante el miedo, la incertidumbre y la duda, el deseo ilimitado de poder, la riqueza o el reconocimiento humano, el pueblo de Dios puede permanecer firme en un trabajo ético, con propósito y piedad, porque confiamos en que Dios nos ayudará en las situaciones difíciles que no podremos dominar sin Su gracia. Cuando las personas son abusadas o heridas por la codicia, injusticia, odio o negligencia, podemos defenderlos, obrar con justicia y sanar heridas y divisiones, porque tenemos acceso al poder redentor de Cristo. A diferencia de los demás, los cristianos podemos rechazar el pecado que encontramos en nuestro lugar de trabajo, ya sea que surja de las acciones de otros o de nuestros propios corazones. Dios anuló el proyecto de Babel porque “nada de lo que se propongan hacer les será imposible” (Gn 11:6), y no se refería a nuestras habilidades reales sino a nuestra soberbia. A pesar de esto, por la gracia de Dios, tenemos el poder de alcanzar todo lo que Dios tiene preparado para nosotros en Cristo, quien declara que “nada os será imposible” (Mt 17:20) y “ninguna cosa será imposible para Dios” (Lc 1:37).