Una que es de quenudo calor y energía cuando La necesitamos
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La primera ley de la termodinámica, La cuestión es que no hay creación ni destrucción de energía, sino diferentes procesos de transformación de una cantidad total constante.
No hay creación ni destrucción de energía, sino diferentes procesos de transformación de una cantidad total constante
Interpretando este principio al pie de la letra, alguien podría pensar que la energía empleada para mover un coche podría ser empleada una y otra vez con los medios adecuados de aprovechamiento y reaprovechamiento energético, de forma que sólo sería cuestión de tiempo y tecnología el que esto pudiese llegar a suceder y los coches no tuviesen que repostar jamás. Nada más lejos de la realidad.
La eficiencia energética de un motor diésel moderno no es superior al 40%. Esto significa que, de la energía química contenida en el gasoil que entra en las cámaras de combustión, sólo 40 partes de cada cien se transforman en movimiento que puede utilizarse para impulsar el coche. El resto se pierde en forma de calor a través del tubo de escape, mediante el circuito de refrigeración y mediante la conductividad térmica del bloque del motor y todos los elementos que intervienen en el proceso. Todo ese calor acaba en la atmósfera, más y más disperso con cada segundo que pasa.
La siguiente pregunta sería: ¿por qué el 40% y no el 100% de aprovechamiento?¿cuándo llegará la tecnología a alcanzar cotas más altas?¿cuándo podremos aprovechar todo ese calor para convertirlo, también, en movimiento?
La respuesta es nunca. Veamos el porqué.
Segundo principio de la termodinámica
La segunda ley de la termodinámica afirma que «no existe ningún dispositivo que, operando por ciclos, absorba calor de una única fuente, y lo convierta íntegramente en trabajo». Es decir que, necesaria e inevitablemente, perderemos cierta cantidad de energía por el camino. Esta energía perdida no se ha destruido, pero sí se ha transformado en una forma dispersa e inútil que no podría contribuir a un movimiento adicional del coche, al menos no en su totalidad. Es importante destacar que esta imposibilidad no es una limitación de la tecnología, sino una ley física universal e inquebrantable.
Necesaria e inevitablemente, perderemos cierta cantidad de energía por el camino
Por supuesto, existen multitud de tecnologías para intentar aprovechar, en la medida de lo posible, esa energía perdida, pero la clave aquí es «en la medida de lo posible». Sin ir más lejos, BMW se centra obsesivamente en el reaprovechamiento de la energía térmica de sus motores en muchos de sus últimos proyectos: generación de energía eléctrica a partir del calor del tubo de escape, encapsulado del motor para alcanzar más rápido la temperatura óptima… pero constituyen siempre mejoras parciales, el aprovechamiento nunca podrá ser completo.
Otro ejemplo muy claro de intento de aprovechamiento de la energía perdida es la frenada regenerativa. En un coche híbrido o eléctrico, el motor eléctrico se transforma en generador eléctrico en las frenadas, transformando la energía cinética del vehículo en energía eléctrica que puede ser aprovechada para volver a ponerlo en movimiento en vez de perderse en calor. Estos sistemas aprovechan alrededor de un 15% de la energía de la frenada y están condenados a no aprovechar nunca el 100% (aunque en este caso no se trate de una máquina térmica).