una oracion con la palabra hecatombe
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Respuesta:
Explicación:
Cuando los uzbekos y los rusos vengan aquí, será la hecatombe.
hecatombe, el sacrificio de cien bueyes ópor lo menos de cien carneros.
En la ciudad nadie barruntaba la hecatombe que se estaba preparando en Villa Pesadilla.
–Vinieron los dragones y nos informaron de que en esa zona había habido una hecatombe.
Aquello fue el comienzo del derrumbe de la civilización, de la hecatombe de la humanidad.
Así, las generaciones caminan sucesivamente hacia su particular hecatombe; sin embargo, a ti.
La hecatombe de los débiles es enorme, y poco importa que la recompensa del vencedor sea, eficaz y segura.
Es tan eficaz que quien la usa pronto olvida otros recursos y luego, cuando falla el halago, sobreviene una hecatombe.
De nada me valía mi santa indignación, y allá me fui casi arrastrado por Fernando, que presenciar quería la hecatombe.
La hecatombe producida por el atentado judío al «Hotel Semíramis» había puesto en fuga a la mayoría de sus habitantes desde el mes de enero.
Pero hasta hoy, ante el reciente suceso que mi suegro llama hecatombe, no había yo visto clara la exaltación de ese cariño, que raya en idolatría.
Recogió unas monedas, que le tiraba el público, para darle al acomodador que había vuelto a acompañarlo y se lanzó a la hecatombe del cuarto asalto.
A medida que la hora final se acercaba, una manada de cuervos de los medios informativos esperaba en el café frotándose las manos ante la hecatombe que se avecinaba.
Cuando la Segunda Guerra Mundial concluyó tras la hecatombe de la bomba atómica, intuyó que la autodestrucción de la humanidad en un holocausto nuclear sería sólo cuestión de tiempo.
Es decir, ese único ataque documentado del año 1379 supuso una hecatombe para el asentamiento oriental, con independencia de cuántos hombres más murieran en los ataques de 1380, 1381, etcétera.
Y, dejando pequeña incluso a esa hecatombe, dentro de unos cien millones de años cabe esperar un suceso similar al del cretáceo-terciario, el impacto de un mundo de diez kilómetros de diámetro o aun mayor.
En una finca de más arriba, cerca de la cual pasaban a menudo, había un esqueleto caído, al pie de un muro sin terminar, en la construcción del cual debía haber estado trabajando aquel hombre el día de la hecatombe.
Era una mujer de mediana edad, seca de trato, pero cortés y eficiente; se disculpó del estado precario de las instalaciones aduciendo que una serie de huelgas de personal sanitario había sumido el centro en la hecatombe.
Más de doscientos hombres, es decir, un centenar de prisioneros en la granja Riviére y un mayor número de muertos y heridos en los encuentros sucesivos y sobre todo en la hecatombe cuyo teatro había sido el cercado de Patterson.
Es por esa locura heroísmo o bandidaje según el caso por lo que el bandido mata sin razón al transeúnte inofensivo, por lo que las revoluciones convierten en una hecatombe indistinta a inocentes y a culpables, como también es ella la que enardece a los ejércitos y gana las batallas.
Creo que tenían el propósito de hacer una hermosa fiesta por todo lo alto, haciendo una hecatombe con sus animales, pero las ovejas se murieron, las aves enfermaron de moquillo y no pudimos ir a buscar cerdos a Fidji porque los vientos eran desfavorables y nos obligaron a cambiar el rumbo a las islas Tonga.
¿Pero por qué había producido esta hecatombe doméstica Luna, su Luna, su perro querido a quien, ahora se daba cuenta, había echado de menos durante todo el día, sobre todo a sus ojos suspendidos en el horizonte mismo de su imaginación? Sí, tienes hambre, perro más inteligente que los hombres, y más sensible.
Enrique alentaba con su presencia en la Coruña, a bordo del bergantín Manzanares, el descabellado alzamiento, tuvo el Gobierno buen cuidado de mandarle levar anclas, conminándole con severos castigos si a la vela no se daba prontito para las costas de Francia; que avanzó Concha; que cogido entre dos fuegos, no lejos de Santiago, el pobre romántico Solís, fue derrotado, quedando cautivo con los oficiales que seguían su rebelde bandera liberal, enriqueña y antinapolitana, y gran parte de sus infelices soldados; y por fin, supo que al ser conducidos a la Coruña los pobres vencidos, se dio orden de que les remataran en el camino, para evitar el duelo y consternación de una grande hecatombe en la capital gallega.