Una noche, por la época en que Rebeca se curó del vicio de comer tierra y fue llevada a dormir en el cuarto de los otros niños, la india que dormía con ellos despertó por casualidad y oyó un extraño ruido intermitente en el rincón. Se incorporó alarmada, creyendo que había entrado un animal en el cuarto, y entonces vio a Rebeca en el mecedor, chupándose el dedo y con los ojos alumbrados como los de un gato en la oscuridad. Pasmada de terror, atribulada por la fatalidad de su destino, Visitación reconoció en esos ojos los síntomas de la enfermedad cuya amenaza los había obligado, a ella y a su hermano, a desterrarse para siempre de un reino milenario en el cual eran príncipes. Era la peste del insomnio. Cataure, el indio, no amaneció en la casa. Su hermana se quedó, porque su corazón fatalista le indicaba que la dolencia letal había de perseguirla de todos modos hasta el último rincón de la tierra. Nadie entendió la alarma de Visitación. «Si no volvemos a dormir, mejor –decía José Arcadio Buendía, de buen humor–. Así nos rendirá más la vida.» Pero la india les explicó que lo más temible de la enfermedad del insomnio no era la imposibilidad de dormir, pues el cuerpo no sentía cansancio alguno, sino su despiadada evolución hacia una manifestación más crítica: el olvido. Quería decir que cuando el enfermo se acostumbraba a su estado de vigilia, empezaban a borrarse de su memoria los recuerdos de la infancia, luego el nombre y la noción de las cosas, y por último la identidad de las personas y aun la conciencia del propio ser, hasta hundirse en una especie de idiotez sin pasado. José Arcadio Buendía, muerto de risa, consideró que se trataba de una de tantas dolencias inventadas por la superstición de los indígenas. Pero Úrsula, por si acaso, tomó la precaución de separar a Rebeca de los otros niños. Al cabo de varias semanas, cuando el terror de Visitación parecía aplacado, José Arcadio Buendía se encontró una noche dando vueltas en la cama sin poder dormir. Úrsula, que también había despertado, le preguntó qué le pasaba, y él le contestó: «Estoy pensando otra vez en Prudencia Aguilar.» No durmieron un minuto, pero al día siguiente se sentían tan descansados que se olvidaron de la mala noche. Aureliano comentó asombrado a la hora del almuerzo que se sentía muy bien a pesar de que había pasado toda la noche en el laboratorio dorando un prendedor que pensaba regalarle a Úrsula el día de su cumpleaños. No se alarmaron hasta el tercer día, cuando a la hora de acostarse se sintieron sin sueño, y cayeron en la cuenta de que llevaban más de cincuenta horas sin dormir. —Los niños también están despiertos –dijo la india con su convicción fatalista–. Una vez que entra en la casa, nadie escapa a la peste. Habían contraído, en efecto, la enfermedad del insomnio. Úrsula, que había aprendido de su madre el valor medicinal de las plantas, preparó e hizo beber a todos un brebaje de acónito, pero no consiguieron dormir, sino que estuvieron todo el día soñando despiertos. En ese estado de alucinada lucidez no solo veían las imágenes de sus propios sueños, sino que los unos veían las imágenes soñadas por los otros. Era como si la casa se hubiera llenado de visitantes. [...] Al principio nadie se alarmó. Al contrario, se alegraron de no dormir, porque entonces había tanto que hacer en Macondo que el tiempo apenas alcanzaba. Trabajaron tanto, que pronto no tuvieron nada más que hacer, y se encontraron a las tres de la madrugada con los brazos cruzados, contando el número de notas que tenía el valse de los relojes. Querían dormir, no por cansancio, sino por nostalgia de los sueños, recurrieron a toda clase de métodos agotadores. Se reunían a conversar sin tregua, a repetirse durante horas y horas los mismoschistes. [...] Cuando José Arcadio Buendía se dio cuenta de que la peste había invadido el pueblo, reunió a los jefes de familia para explicarles lo que sabía sobre la enfermedad del insomnio, y se acordaron medidas para impedir que el flagelo se propagara a otras poblaciones de la ciénaga. [...] 1. ¿En qué momento José Arcadio Buendía se dio cuenta de que tenía la enfermedad? Explica. 2. ¿Cuál es la actitud de los personajes frente a la peste y cómo se enfrentan a ella? Explica. 3. ¿Cuál es la intensión comunicativa de José Arcadio Buendía al mencionar las palabras: «Si no volvemos a dormir, mejor [...] Así nos rendirá más la vida»? 4. ¿Cómo se manifiesta la mezcla de la realidad y la fantasía en el fragmento? Argumenta. 5. ¿Cuál es tu valoración frente al mensaje del texto? PORFAAA URGENTE
Respuestas a la pregunta
1. La peste del olvido. "Cuando José Arcadio Buendía se dio cuenta de que la peste había invadido el pueblo, reunió a los jefes de familia para explicarles lo que sabía de la enfermedad del insomnio, y se acordaron medidas para impedir que el flagelo se propagara a otras poblaciones de la ciénaga
2.He vuelto a la novela de Albert Camus, clarividente como pocas y de grandes ... en ella un fuerte valor simbólico: la peste como un mal cualquiera y, ... trabajadores, y cómo se enfrentan ellos, sin posibilidad de escape, a una epidemia.
3.José Arcadio Buendía tomó al pie de la letra las palabras de su mujer. Miró a ... bloque transparente, con infinitas agujas internas en las cuales se despedazaba en estrellas de colores la ... De cómplice y comunicativo se hizo hermético y hostil. Ansioso de ... «Si no volvemos a dormir, mejor -decía José.
4. Como es bien sabido para todo lector de “verdaderas” historias de espionaje, ... enfrentamos con una división entre la “profundidad” de la realidad, la mezcla de ... mismo y la sexualidad se ven reducidos a medios manipulados por objetivos ... La manipulación en el nivel de la realidad corporal hace mucho más manifiesto
5. El TEXTO es la unidad máxima de comunicación y transmite un mensaje completo. ... e) La trama o acción, que es el conjunto de hechos narrados (lo que hacen, dicen, ... Junto a estos elementos, en un texto narrativo debemos diferenciar dos ejes ... personales: a mí; tú; vosotros; yo. ... creencias y sus valoraciones.