Castellano, pregunta formulada por hernandezzwuw42, hace 9 meses

¿Una mentira puede tener premisas verdaderas? ¿Por qué?

Respuestas a la pregunta

Contestado por JohanaCamilaPescador
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Respuesta:

En la Teoría de la Mentira (TdM) como sistema de estudio de las relaciones sociales a partir de un punto base de análisis fijado en la Mentira, obtenemos conclusiones interesantes a la hora de entender el medio construido que nos rodea. Puedes ver trabajos iniciales y actuales al respecto aquí y aquí.

Considerando a toda información como subjetiva, tácita, dispersa, no concentrada…, que genera tendencias al conflicto en toda relación social; habida cuenta de una predisposición constructivista en nuestro cerebro para entender el mundo, donde la verdad surge como una subjetividad cualificada pues tras prueba y error en un largo proceso de contraste social se desprende de su particularidad, debido a su utilidad demostrada, para aferrarse a la universalidad negando su condición originaria y esencialista (“¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas sino como metal«, F. Nietzsche); considerando a la mentira como producto de la creación consciente e inconsciente (que se representaba a modo ilustrativo en la differentia mentiri – mendacium dicere) de un escenario alternativo de lo real para una supervivencia más eficaz; considerando la noción clásica de la verdad como inconsistente; se llega a la conclusión aparentemente relativista: Todo es Mentira en Ciencias Sociales.

“Todo es mentira (p)” ofrece su respuesta “eso (p) es verdad” y la paradoja del mentiroso no se hace esperar. Pese al propio autoengaño antropológico que comporta el término “verdad”, que hunde sus raíces en las sinopsis neuronales tan propias de quien juzga lo que es “verdadero” o “falso” por cómo lo siente (y por cómo también lo social le ha condicionado a sentir) -y que ya sólo por ello cabría la posibilidad de desprestigiar el idealismo aún latente de aquella concepción metafísica, optando así por una visión donde solo quepa demostrar nuestros límites con el conocimiento y no hasta dónde estamos dispuestas a elaborar mitos-, en el presente artículo trataré de ofrecerles una aproximación a una visión lógica de la mentira, donde la noción de verdad resulta inconsistente cuando se la vuelve Valor en el metalenguaje, donde sigue siendo incapaz de evitar a la mentira que juega bajo las faldas de la contradicciones.

El lenguaje entra en contradicción cuando se le obliga a rendir cuentas de sí mismo, entre una forma de afasia y lo posible, porque no le resulta sencillo a nuestra mente localizar cuál de las apariencias construidas con signos lingüísticos resulta más engañosa. Pero que “todo sea mentira” porque nuestro cerebro opera sutilmente de por sí con ella, no significa que la noción de verdad esté vacía del todo, sino inconsistente, y la hace, poéticamente, más humana, más mentira.

Explicación:

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