Una infografía sobre la importancia del amor en nuestra familia
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El amor en la vida cotidiana de la familia
31 enero, 2017 Redacción Boletín Salesiano 0 22697
“No podremos alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar. En efecto, la gracia del sacramento del matrimonio está destinada ante todo a perfeccionar el amor de los cónyuges… Se vive y se cultiva en medio de la vida que comparten todos los días los esposos entre sí y con sus hijos” (Amoris laetitia 89-90).
El amor pertenece a la condición humana. Es el impulso más grande del hombre; la fuerza que sostiene la raza humana, la familia, la sociedad. La exhortación apostólica Amoris laetitia dedica un largo capítulo al amor vivido en el matrimonio y la familia, que comparten todos los días en la vida cotidiana, los esposos entre sí y con sus hijos. Lo hace teniendo como marco referencial el himno de la caridad de san Pablo.
El amor es paciente y servicial
La paciencia es una cualidad del Dios de la Alianza, un Dios “lento a la ira”, que convoca a su imitación también dentro de la vida familiar. Tener paciencia no es permitir que nos maltraten, agredan o traten como objetos. Se trata, más bien, de no exigir que las personas sean perfectas, de no colocarse en el centro, de no querer que se cumpla solo la propia voluntad. De no ser así, todo nos impacienta y nos lleva a reaccionar con agresividad, a responder con ira; y progresivamente nos convertiremos en personas antisociales, incapaces de convivir. “El amor tiene siempre un sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro, también cuando actúa de modo diferente a lo que yo desearía” (AL 92).
Pero la paciencia no es una postura pasiva, sino que está acompañada por una reacción dinámica y creativa ante los demás. El amor beneficia y promueve a los demás. Se expresa en el servicio humilde y sencillo. No es solo un sentimiento; es “hacer el bien”. Se debe manifestar más en las obras que en las palabras.
Explicación:
No busca su propio interés, no lleva cuentas del mal
Según Francisco, esto significa que “hay que evitar darle prioridad al amor a sí mismo como si fuera más noble que el don de sí mismo a los demás” (AL 101). Como explicó santo Tomás, “pertenece más a la caridad querer amar que querer ser amado”. Por eso, quien ama, se alegra siempre del bien del otro.
Además, el amor “no lleva cuentas del mal”, intenta comprender la debilidad ajena y trata de buscarle excusas a la otra persona. Es decir, el amor dispone y se manifiesta en el perdón. Pero el perdón no es nada fácil, y la comunión familiar se conserva y perfecciona solo con un gran espíritu de sacrificio. Exige una generosa disponibilidad de todos a la comprensión, a la tolerancia, al perdón, a la reconciliación.