una historieta de 12 viñetas de un cuento de las mil y una noches
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Respuesta:
12
LAS MIL Y UNA NOCHES,
y Chahriar subió al trono. Chahzenan, escluido de la potestad suprema por las leyes del imperio, y teniendo que vivir á fuer de particular, en vez de mostrarse mal hallado con la dicha de su hermano mayor, estremó todo su conato en complacerle, como lo consiguió facilmente. Chahriar, que abri gaba de suyo inclinacion á este principe, prendado de su obsequio y lleva do de su cariño, quiso partir con él sus estados y le dió el reino de la Gran Tartaria. Chahzenan pasó muy luego á tomar posesion de él, y planteó su residencia en Samarcanda, su capital.
Mediaban ya diez años de separacion entre los dos reyes, cuando Chahriar, ansiando avistarse con su hermano, determinó enviarle un embajador, ins tándole á que pasase á su córte. Nombró para el intento á su primer visir, que partió con un séquito correspondiente á su predicamento y con toda la diligencia posible. Al asomar sobre Samarcanda, Chahzenan, noticioso de su llegada, le salió al encuentro con los principales señores de su córte, todos galanamente ataviados, para tributar obsequio al ministro del sultan. Reci bióle el rey de Tartaria con sumas demostraciones de júbilo, y al punto le preguntó noticias de su hermano el sultan, á lo que satisfizo el visir, espo niendo el objeto de su embajada. Chahzenan se enterneció y le dijo: «Sábio visir, el sultan mi hermano me honra sobre manera y no le cabia proponer me paso mas agradable. Si está anhelando verme, le pago con el mismo afan; el tiempo, que no ha resfriado su cariño, tampoco ha entibiado el mio. Mi reino se halla sosegado, y dentro de diez dias quedaré habilita do para ponerme en camino; así no es necesario que entreis en la ciudad por tan poco tiempo, y os pido que hagais alto en este sitio y mandeis le vantar vuestras tiendas. Voy á disponer que os traigan abundantes refres cos para vos y para todas las personas de vuestro séquito.» Ejecutóse es to al punto, pues apenas volvió el rey á Samarcanda, cuando el visir vió llegar una cantidad portentosa de todo género de abastos, acompañados de regalos y presentes de valor imponderable.
Sin embargo Chahzenan, disponiéndose á partir, puso en cobro los nego cios mas urjentes, planteó un consejo para gobernar el reino en su ausen cia y colocó al frente de aquel consejo ministro de cuya sabiduría es taba enterado y le merecia cabal confianza. A los diez dias, corrientes ya sus equipajes, se despidió de la reina su esposa, salió por la tarde de Sa marcanda, y acompañado de los oficiales que debian formar su comitiva, pasó á la tienda rejia que habia mandado levantar junto á las del visir. Con versó con el embajador hasta las doce de la noche, y queriendo entonces abrazar otra vez á la reina á quien amaba desaladamente, volvió solo á su palacio. Encaminóse al aposento de aquella princesa, la cual no esperando volverle á ver, habia admitido en su lecho á un oficial subalterno de pa lacio. Rato habia que estaban acostados y dormian profundísimamente. Entró el rey calladamente, deleitándose en sorprender con su regreso á
una esposa de quien se conceptuaba entrañablemente correspondido; pero