Historia, pregunta formulada por velasquezrosascamilo, hace 4 meses

una historia imventada de aventuras​

Respuestas a la pregunta

Contestado por domenica21032009
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Respuesta:

UWU AHI ESTA

Explicación:

Prepararon una presentación muy divertida con una receta de mini pasteles de zanahoria y, para rematar la jugada, trajeron 23 pasteles que repartieron en clase. Para evitar que mis compañeros se dieran cuenta de mis escrúpulos y pudiesen pensar que era algo rarito, decidí guardar el pastelillo en mi mochila, pero justo cuando iba a envolverlo en un folio para que no se manchase la mochila por dentro, mi amigo Guille se dio la vuelta y, con la boca llena de pastel, me dijo – ¿a que está riquísimo– Si – contesté mientras inflaba los carrillos fingiendo que comía como el resto de compañeros. Con los nervios, empujé el pastelillo al fondo de la mochila sin ningún tipo de envoltorio y, mientras lo escondía, notaba como el pringue invadía el interior y todo lo que encontraba a su paso. Ya no había nada que pudiera hacer, así que cerré la mochila y me dirigí a casa, intentando no darle más importancia a aquel asunto.

Llegué a casa, tiré la mochila en el sofá, como de costumbre, y encendí la tele para hacer tiempo hasta que Guille llegase, pues habíamos quedado en que se quedaría a dormir conmigo para preparar nuestro trabajo.

¿Os preguntaréis por qué elegí esta receta tan rara?

Cada vez que salimos de viaje, papá y mamá insisten en que debemos probar algún plato típico del lugar. Yo decidí que los volovanes iban a ser mi plato experimental de París. Aquellos volovanes de Pollo estaban riquísimos. Nos gustaron tanto a todos, que mamá pidió la receta al camarero y, para nuestra sorpresa, el mismísimo chef salió de la cocina y nos la entregó de su puño y letra.

Mamá se siente tan orgullosa de esta historia, que en cada reunión familiar o de amigos siempre cuenta la misma anécdota.

Pero cuando terminamos de preparar 25 volovanes rellenos de pollo, nos dimos cuenta de que, al guardarlos en la caja para llevarlos a clase, conservarían todo su olor. Con los 25 volovanes preparados, tuvimos que echarle mucho valor para explicarle a mi madre que no podíamos llevar eso a clase.

Mamá no estaba para muchas tonterías, así que no coló mi intento de hacerla empatizar con la situación.

Bueno, creo que elegí bien, porque mamá tenía todos los ingredientes y como son unas de nuestras galletas favoritas, somos unos verdaderos profesionales preparándolas. Mamá puso las galletas en una caja y enrollo el mural para meterlo en mi mochila. Guille y yo ya habíamos desconectado y nos habíamos tirado frente a la consola, cuando me vino a la mente el pringue de mi mochila y vi a mi madre abriendo la cremallera.

Mamá se asomó al interior de mi mochila y … ¡su cara era un poema!

Mamá entró en la cocina, sacó un trapo y me lo puso en las manos. En ningún momento pensó que era mi propio pastel.

Justo cuando terminamos de limpiar la mochila y colocar las cosas para la presentación del día siguiente, mamá nos llamó a cenar…

Por cierto, nos habían salido de muerte y, aprovechando que Guille se quedó a dormir, y eso cuenta como invitado, mamá volvió a contar su historia con el chef y la receta de volovanes.

 

 

 

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