Castellano, pregunta formulada por bmoreno370, hace 4 meses

una historia donde la moraleja sea Es mejor prevenir que lamentar con respecto con el lavado de dientes​

Respuestas a la pregunta

Contestado por sethmatias2008
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“Cuento del Sapo Dentudo”

Hace mucho tiempo, un joven mago creó, por casualidad, un hechizo capaz de dar una sonrisa perfecta a aquel que lo recibiera. Para probarlo, decidió utilizarlo en una de sus mascotas, un sapo. El sapo que convirtió en un animal muy sonriente, capaz de comer cualquier cosa e incluso de hablar.

Encantado con sus nuevos dientes, el sapo dejó de comer insectos y empezó a comer gominolas. Su amigo el mago le advirtió de que, si sólo comía alimentos con mucho azúcar y no se lavaba los dientes adecuadamente, terminaría perdiéndolos.

Pero el sapo no le hacía caso, creía que su nueva dentadura era suficientemente resistente como para no necesitar limpieza. Además, las gominolas le gustaban tanto que no se planteaba dejar de comerlas.

Al cabo de unos días, empezaron a aparecer caries en algunos de sus dientes y se extendieron por toda la boca. Intentó cuidarlos, pero ya era demasiado tarde… ¡y se le cayeron todos!

Con la pérdida de sus dientes, también perdió el don de hablar. No pudo decirle al mago que, si le volviera a dar el don de tener dientes, los cuidaría cada día y no comería tantas gominolas, ¡no le gustaba nada volver a comer insectos!

“Ángel no quiere lavarse los dientes”

Ángel era un niño muy bueno y cariñoso. Pero, a veces, era un poco desobediente.

Un día, decidió que ya no quería volver a lavarse los dientes. Su madre insistió, su padre también, e incluso su abuela le llamó por teléfono para intentar convencerle.

“Si no te los lavas, se te caerán”, le decía su madre.

Ángel pensaba que, si se le caían, el Ratoncito Pérez le traería regalos, así que siguió sin lavárselos.

Con el paso de los días, sus dientes cada vez estaban más sucios. Además, sus amigos del colegio no querían acercarse a él porque le olía mal el aliento.

Entonces, se le cayó un diente. Ángel, muy emocionado, lo dejó debajo de su almohada. Pero… ¡Al día siguiente seguía ahí! Pérez le había dejado una nota que decía: “Ángel, este diente está demasiado sucio para mi colección. Lo siento, pero no lo quiero”. Muy preocupado, el niño empezó a frotarse los dientes con el cepillo hasta que quedaron perfectamente limpios. Además, limpió el diente que se le había caído para volver a ofrecérselo a Pérez con una nota de disculpa. Al día siguiente, el Ratoncito se lo había cambiado por un regalo y sus compañeros de colegio volvieron a hablar con él porque su boca volvía a oler bien.

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