Una historia de terror que tenga adjetivos
Respuestas a la pregunta
LA ESTACIÓN DE SERVICIO
Nunca es bueno manejar solo por carreteras solitarias, menos aún cuando es de noche, pero Denisse era una aventurera, ella no necesitaba estar acompañada para salir. Eran más de las 11 de la noche, ella tenía unos cuantos tragos de más y el sueño le estaba ganando, ya no se sentía con la capacidad de seguir manejando y el tanque de la gasolina se estaba vaciando poco a poco. Estuvo a punto de quedarse varada a un lado de esa oscura carretera cuando logró visualizar una gasolinera aparentemente abandonada.
El lugar estaba totalmente solitario, extrañamente tenía combustible y aprovechando su suerte, se detuvo en la estación de de servicio y empezó a llenar el tanque. Escuchó unos pasos y observó todo el panorama, no había nadie y eso la aterró, pensó que de alguna manera podría suscederle algo malo y desesperada, terminó de cargar el tanque y se subió a su auto. De la nada, alguien apareció frente a su auto con una mirada desorbitada.
“Morirás, sal de ahí, van a matarte”
Más asustada que antes, encendió el motor del auto para salir de aquella gasolinera y el sujeto apareció justo en la ventanilla del piloto y la tomó por el brazo tratando de sacarla, se veía desesperado por lograr su cometido, pero Denisse, llena de adrenalina, pisó el freno y arrancó de allí en menos de 1 minuto, se adentró a la carretera y con el corazón acelerado, salió de allí. Algo llamó su atención desde el espejo de su auto, había un bulto extraño en el asiento trasero.
No pudo siquiera voltearse para cerciorarse de lo que ocurría o de qué se trataba, un sujeto extraño la tomó por detrás y colocó un cuchillo en su cuello, ella detuvo el auto por órdenes del hombre, este se rió de una manera macabra y la degolló. El cuerpo de Denisse fue encontrado 4 días después, o al menos lo que quedaba de él. El hombre la descuartizó y lo único que dejó intacto fue la cabeza, inmortalizando la cara de terror de Denisse, su última reacción fue gritar.
la cabaña
Esta es la historia jamás contada de un cazador, que un día fue al bosque a hacer precisamente eso, cazar. En su travesía, decidió cambiar de rumbo para dar diversidad a su oficio, así que giró su camioneta y la estacionó frente a un bosque desconocido que tenía la fama de ser abundante en presas grandes. Fue con su escopeta afianzada a sus manos, en espera de algún animal descuidado, pero no pudo ver más allá de su nariz, ya que de repente, una abundante niebla se apoderó del panorama. Esta resultaba tan espesa y profusa, que el cazador no pudo dar con su rumbo de origen y se adentró en el bosque más de lo que había planeado. Caminó y caminó frotando sus manos en sus antebrazos, pues la niebla trajo consigo un frío atroz que le caló hasta los tuétanos al pobre cazador, mientras un marcado humo blanco salía de su boca con cada respiración.
A su vez, temblando como una hoja, el cazador comenzó a dar gritos desgarradores por la desesperación, ya que sintió que dos días enteros habían pasado. Sentía hambre, sed, frío y angustia. Hasta que, a lo lejos, de repente divisó una pequeña cabaña de madera. Fue corriendo hasta la cabaña, y debido a su desesperación, entró sin siquiera tocar. Todo estaba oscuro, así que como pudo, encontró un pequeño interruptor, pero cuando se iluminó la única habitación, el horror pasó por sus ojos al ver un conjunto de cuadros con retratos de personas mirándolo fijamente, unos tenían el rostro completo, pero otros, no exactamente. A unos les faltaban los ojos, a otros los dientes, y a otros todo el rostro.
Sin embargo, cansado, confuso, aterrorizado y a su vez, aliviado por haber encontrado un refugio, sin importar su apariencia, decidió que cualquier agujero sería mejor que aquella tortura despistante, por lo cual, sacó una manta y prácticamente, se desmayó debido al hambre, sed, y la angustia. Sin embargo, pasado el tiempo, el hombre se despertó de repente debido a una luz agobiante pegándole en el rostro, y en ese momento, al ver la manta que había usado frente a él, se dio cuenta de que aquellos cuadros no eran retratos… eran ventanas.