una historia de terror para mañana
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Era una noche tranquila en los dormitorios de la universidad de Virginia, Estados Unidos, cuando una joven llegaba de una fiesta que terminó a las tres de la madrugada. Por cortesía, y gracias a que su compañera de cuarto era muy estudiosa a la vez de delicada en sus horas de sueño, dejó la luz apagada cuando se adentró en la estancia, se cambió de ropa y fue directo a la cama, con la esperanza de que en el examen del día siguiente no le fuera tan mal como esperaba.
Cuando la alarma de la joven sonó a las siete de la mañana y abrió sus ojos, un grito desgarrador salió de su boca cuando divisó lo que antes había sido el cuerpo de su amiga regado por toda la habitación en charcos enormes de sangre y viseras. Los brazos en un extremo del piso, las piernas en el escritorio, y el rostro desprendido del cráneo encima de la almohada ensangrentada hasta más no poder. El mórbido y horrido escenario quedó concluido cuando la joven se desmayó al leer unas palabras escritas en la puerta con la sangre de su amiga:
“¿NO TE ALEGRA NO HABER ENCENDIDO LA LUZ?»
Respuesta:
La leyenda de las gemelas
Les preparó el almuerzo y salieron a la calle apresuradas. Como cada día, llevaba a sus hijas gemelas al colegio. Caminaban tarareando una canción y cogidas de la mano cuando el teléfono sonó desde su bolso. Era del trabajo. Respondió rápidamente y su interlocutor le pidió que acudiera de inmediato a la oficina. Había ocurrido algo grave, así que decidió que las niñas continuaran solas; conocían bien el camino. Las besó en la frente y emprendió la ruta de vuelta. Solo dio veinte pasos. A sus espaldas, el ruido de un fuerte golpe seguido de un frenazo hizo que volteara la cabeza con una expresión de horror en el rostro. Los cuerpos de las dos pequeñas yacían inertes bajo un camión. Todavía estaban cogidas de la mano.
La mujer se sumió en una profunda depresión de la que consiguió salir con un nuevo embarazo. Por ironía del destino, en su vientre estaban cobrando vida dos niñas gemelas. Cuando dio a luz, el asombroso parecido con sus hijas fallecidas sorprendió a más de un vecino. A medida que las pequeñas crecían, la madre se volvió más y más protectora. Le aterrorizaba la idea de que pudiera perderlas. Un día, de camino al colegio, las hermanas se adelantaron y corrían ante la atenta mirada de la mujer. En cuanto pusieron un pie en el asfalto, una férrea mano las detuvo con brusquedad. Entre sollozos desconsolados, su madre les rogó que no cruzaran nunca sin su permiso. “No pensábamos en hacerlo. Ya nos atropellaron una vez, mamá. No volverá a ocurrir”.
Desde entonces, algunos viajeros aseguran que al pasar por ese tramo unas interferencias se cuelan en la radio y se oye una misteriosa melodía: el tarareo de unas niñas.
Explicación: