Física, pregunta formulada por danielcorredor354, hace 7 meses

una historia corta donde no haya equidad xfa es para hoy

Respuestas a la pregunta

Contestado por hernan009
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Respuesta:

Todos me llaman Bety, aunque mi nombre de verdad es Beatriz. Y esta que está a mi lado, en el dibujo, es mi perrita Lupi.

Os sorprenderá verme así, aquí sentada, en esta silla de tantos colores como pegatinas. A mí no me importa porque estoy acostumbrada; a mi familia, a mis amigos y amigas y al vecindario tampoco, porque siempre me han visto sobre estas dos ruedas, pero a lo mejor a vosotros y a vosotras os llama la atención.

También Lupi está acostumbrada. Le gusta mucho sentarse en la silla y no caminar, es muy comodona. Cuando quiere dormir lo hace sobre mis rodillas, pero cuando se queda mucho rato encima me hace daño, y es entonces cuando la despierto y nos ponemos en acción.

Os preguntaréis porqué no camino. Cuando era pequeñita tuve un accidente y mis piernas se quedaron sin fuerzas, no las puedo mover. Desde entonces tengo lo que la gente mayor llama una discapacidad física.

En cambio, la cabeza me funciona de maravilla, y también mis manos y mis brazos. Me visto, me desvisto, me lavo sola y pongo la mesa cuando me toca, —lo puedo hacer porque todos los platos están colocados en los armarios bajos de la cocina—. Además caliento el desayuno y papá me está enseñando a hacer la cama. ¡Es fácil, sólo tengo que colocar el edredón encima!

En casa nos repartimos las tareas domésticas. Un día a la semana nos sentamos y decidimos qué le corresponde a cada miembro de la familia; si esa semana papá cocina y plancha, mamá friega los platos y limpia la casa. Cada cual debe de hacer su propia cama y ordenar su habitación.

Cuando hay que sacar a Lupi a la calle para que haga sus necesidades también nos turnamos. Mamá a veces nos recuerda:

— ¡Hoy te toca a ti!

A mí me divierte sacar a Lupi. ¿Que cómo lo hago? Vivo en una casa con espacios grandes y puertas anchas para que pueda pasar con la silla. También el ascensor es amplio, las puertas se abren solas y alcanzo a todos los botones. Además es un ascensor parlante. Dice:

— Primero, segundo, tercero…— para que las personas ciegas sepan cuándo llegan a su piso.

Todas las casas deberían ser como la mía, y así las personas con discapacidad podrían hacer todo lo que yo hago y depender un poco menos de los demás.

Solidaridad Don Bosco

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Llevo un rato hablando y se me olvidaba presentar a mi hermano Miguel. A él eso de poner la mesa, hacer la cama u ordenar su habitación no le gusta nada. Papá y mamá se enfadan con Miguel porque, cuando ordena su habitación, mete los calcetines sucios debajo de la cama y tienen que entrar con las narices tapadas a abrir la ventana para que salga el mal olor.

La verdad es que mi hermano es un poco desastre para las tareas domésticas. El otro día, papá le estaba enseñando a tender la ropa y… ¿a que no sabéis lo que pasó?

Cuando iba a colgar en el tendal los calzoncillos de papá, se le cayeron de las manos y fueron a parar sobre la cabeza de una señora que acababa de salir de la peluquería. Papá se puso rojo como un tomate y a Miguel le dio un ataque de risa. No podía parar de reír. ¡Pobre papá! Tuvo que bajar a la calle y, avergonzado, pedir disculpas a la señora. Tengo un hermano un poco patoso. Ayer, por ejemplo, tropezó con la aspiradora mientras mamá la pasaba por la alfombra del salón. No sé qué hizo, se le enredaron los pies en el cable y ¡plof!, de un tirón arrancó el enchufe. ¡Casi se electrocuta!

¡Menos mal que a mamá se le da muy bien la electricidad y enseguida arregló el enchufe! Después siguió limpiando como si nada hubiera pasado.

Pero en mi casa no todo es trabajo. Los domingos por la mañana me ducho tranquilamente y luego… Ya veo por vuestras caras que otra vez os preguntáis cómo lo hago.

¡Muy fácil! En la bañera tengo colocada una silla de plástico; después de levantarme y hacer pipí, mamá me sienta en ella y me ducho sola. Al acabar, me visto y salgo con toda la familia de paseo, incluida Lupi. Solemos ir a la plaza del pueblo, donde hay un kiosko que vende unos chuches… ¡hum! ¡Qué ricas! A Miguel y a mí nos gustan mucho.

Mi hermano suele ir a nuestro lado en patinete, corriendo y parando a esperarnos. A mí me da un poco de envidia, pues me gustaría montar en el patinete y correr tanto como él. Es entonces cuando recuerdo que tengo una silla mágica.

¡Vaya! ¡Mamá me llama!

Vuestras caras son simpáticas, me caéis bien.

Explicación:


danielcorredor354: aunque dije corta pero igual gracias me sirve de algo
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