una emoción dura 90 segundos
Respuestas a la pregunta
Otra característica fundamental de las emociones es que, como dije, son temporales. En sí misma ninguna emoción dura por siempre. Es más, aunque te parezca raro, en términos químicos duran aproximadamente 90 segundos.
Lo que sí puede pasar es que la emoción se renueve por sí misma y así dé la impresión de que dura más tiempo. Pero eso depende de la idea a la cual esté
asociada. Veamos esto más de cerca.
En el centro del cerebro tenemos una estructura llamada amígdala, que es la responsable de las emociones. Cuando estás frente a un estímulo, la amígdala segrega una sustancia, la que a su vez estimula otros centros que segregan químicos específicos (neuropéptidos) que conforman un “cóctel” propio de cada emoción. Este cóctel cae al torrente sanguíneo y provoca el correlato físico de la emoción, por ejemplo palpitaciones, sudoración, tensión muscular, etc. Esa sustancia tarda unos 90 segundos en ser metabolizada o reabsorbida por el cuerpo. Luego de ese minuto y medio, la sustancia en sangre desaparece junto a todos sus efectosVIII.
Te cuento un ejemplo esclarecedor en este punto. El otro día íbamos caminando muy distraídos con unos amigos por una vereda mientras charlábamos.
Unos metros adelante había un portón de metal y del otro lado, lo que en ese momento pensé que era un dinosaurio embravecido. Pero no, se trataba de un perro. El caso es que el animal esperó a que pasásemos junto al portón para en ese preciso instante abalanzarse sobre éste, golpearlo con todas sus fuerzas y comenzar a ladrar. ¡No te puedo explicar el susto que me llevé! Casi al instante, después de un grito y un salto, me di cuenta que el perro no iba a escapar ya que el portón estaba bien cerrado. Sin embargo el susto me duró casi una cuadra más. Seguimos caminando y, entre risas, mi corazón seguía al galope hasta que transcurrieron esos 90 segundos. Al cesar el estímulo, mi amígdala dejó de segregar las sustancias del miedo y mi cuerpo terminó de metabolizarlas al poco tiempo.
Estoy seguro de que a todos nos pasó llevarnos un susto para luego descubrir que no había peligro, pero los signos de la emoción seguían un momento después. Lo mismo pasa con el enojo: quizá una determinada circunstancia te encolerizó, sin embargo inmediatamente después comprendiste que se trataba de un malentendido. Pero debieron pasar esos 90 segundos para que quedaras libre de aquella emoción.
A nivel biológico se da un encadenamiento en cascada de cambios hormonales que van activando –a la vez que desactivando– sistemas en el cuerpo.
Aún hoy existe cierta incertidumbre respecto de cómo funciona todo esto con exactitud, sin embargo no hay dudas acerca de la “barrera de los 90 segundos”.