una carta diciéndole a mis compañeros Cómo debemos cumplir los mandamientos y tomar responsabilidad como cristiano en la misión de la iglesia
Respuestas a la pregunta
Cada uno de nosotros ha sido creado por Dios y para Dios. Este es el hermoso misterio que se encuentra en el corazón de la existencia humana, en el corazón de la vida de ustedes y de la mía. Todo niño que nace, desde el principio de los tiempos hasta el final de ellos, nace por un pensamiento amoroso de nuestro Padre Celestial, que nos mantiene bajo su mirada, viéndonos, a cada uno de nosotros como seres de su propiedad, como un hijo amado, como un hija amada.
Dios nos hizo para ser bienaventurados, para ser felices. Y nacemos con el deseo de la felicidad escrito en nuestros corazones, un deseo que sólo Dios puede satisfacer. San Agustín dijo hace muchos siglos: “Tú nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en ti” .1 Esto es cierto para todo corazón humano. No podemos ser felices sin Dios y el anhelo de él es que todos nosotros seamos felices y bienaventurados en él.
Como cristianos, adoramos a un Dios que ama tanto a la raza humana que hasta llega a formar parte de ella. La persona humana, plenamente viva y cuya vida es fructuosa, es la imagen y la gloria de Dios
Esta es la verdad que Jesucristo reveló con su vida, muerte y Resurrección.
Esta verdad siempre ha estado en el centro de la religión cristiana. Y la visión cristiana de la persona humana —creada a imagen de Dios, dotada de dignidad, derechos y responsabilidades dados por Dios y llamada a un destino trascendente— establece el fundamento espiritual de nuestro país, de todos los países del continente americano y del Occidente