Religión, pregunta formulada por dilmerrojasrequelme, hace 9 meses

una bienaventuranza que responda a la violencia doy 50 puntos​

Respuestas a la pregunta

Contestado por anyita1020
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2.4.-SER POBRES DE ESPÍRITU ES SER COMO UN NIÑO PEQUEÑO

“Te enaltezco, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los

sabios y entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó”. (Mt,

11, 25-26)

“En aquel tiempo se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Quién es

el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en

medio de ellos, y dijo: De cierto os digo que, si no os convertís y os hacéis

como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Los niños pequeños son sencillos y no pueden hacer nada por sí solos.

Necesitan de sus padres para todo y a ellos se abandonan y se confían porque

sienten que no son nada, no saben nada y no pueden hacer nada por sí mismos,

pero viven tranquilos y en paz porque esperan recibirlo todo de sus pad res.

Jesús alaba su humildad, en contra de la aparente sabiduría, soberbia y prepotencia que

mostraban los fariseos y saduceos, hasta el punto de que Jesús llega a enfrentarse a ellos,

llamándoles guías ciegos, sepulcros blanqueados, raza de víboras, porque aparentaban lo

que eran, enseñaban y no practicaban.

En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras” (Is,

66,2)

2.5.-EL HOMBRE LIBRE: EL QUE NO TIENE NADA QUE PERDER.

Nuestro mundo busca la libertad, pero lo hace en la acumulación del tener y el poder, y

olvidando esta verdad esencial: sólo es verdaderamente libre aquel al que no le queda

nada que perder porque ya ha sido despojado, desprendido de todo; porque es libre de

todos y de todo, y de él se puede decir en verdad que «ha dejado la muerte atrás», pues

todo su «bien» está en Dios y únicamente en El. Soberanamente libre es el que no

ambiciona ni teme nada: no ambiciona nada porque cualquier bien realmente importante

lo obtiene de Dios; y no teme nada porque nada tiene que perder o defender, ya que no

posee enemigos ni se siente amenazado por nadie. Es el pobre de las Bienaventuranzas,

desprendido, humilde, misericordioso, manso, trabajador por la paz. En El primer círculo,

de Solzhenitsin, podemos encontrar

La pobreza espiritual, la absoluta dependencia de Dios y de Su misericordia, es la

condición para la libertad interior. Tenemos que hacernos como niños y «aceptar

esperarlo todo, absolutamente todo, del don del Padre, un instante tras otro». Ignoramos

lo que le espera a nuestro mundo en los próximos años, qué acontecimientos marcarán el

tercer milenio. Pero una cosa es segura: nunca hallarán desprevenidos a quienes hayan

sabido descubrir y desarrollar ese espacio inalienable de libertad que Dios ha depositado

en sus corazones al hacerlos hijos suyos. los sucesos de nuestra vida.

«—¿No te has preguntado nunca cuál de las cosas que vives es la que me causa mayor

alegría? — No —le digo a Jesús. Y El me responde: —Cuando con lúcida libertad

contestas que sí a las llamadas de Dios —y continúa diciéndome—: Recuerda esta frase

del Evangelio: La verdad os hará libres.

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