Volcanes
La mayoría de los cambios en la tierra son tan lentos quetardan millones de años, pero el vulcanismo es unaexcepción. Un volcán puede formarse en días – a veces enhoras – y otro puede explotar y desaparecer convertido enpolvo en cuestión de segundos. Porque la tierra quehabitamos y que tiene unos 4.500 millones de años, poseeuna tremenda energía en constante agitación y, al liberarlapor intermedio de los volcanes, se desahoga por untiempo.
¿Dónde estamos parados?
La Tierra tiene 12.756 km de diámetro a la altura delEcuador. Pero nosotros vivimos sobre una corteza deapenas 70 km de espesor que cubre una masa hirviente derocas fundidas a temperaturas muy elevadas. Es como unaminúscula cáscara de nuez que encierra una bola de fuego.En efecto nuestro planeta es como una cebolla; estáformada por capas superpuestas. En el corazón del planetaestá el
núcleo interno
, que es básicamente de hierro. Apesar de sus 5.000 grados de temperatura, ese hierro seencuentra en estado sólido debido al enorme peso quesoporta. Lo rodea el núcleo externo donde hay 3.900°. Másafuera se desarrolla el manto integrado por mineralesllamados
silicatos.
Su parte más superficial, ubicada bajola delgada y frágil corteza terrestre, es la zona de laformación del
magma
. Allí se crea el alimento de los
volcanes. Este gran caldo de rocas derretidas sostiene lacáscara de la Tierra y la hace moverse lentamente comosobre un tapiz rodante.Pareciera que vivimos sobre una especie de olla a presióna punto de explotar. Precisamente los volcanes, quedescargan el exceso de energía producida cuando lapresión es muy fuerte, actúan como las válvulas deseguridad de esas ollas. Por eso nuestro planeta noexplota.
Las placas viajeras
La corteza terrestre no es continua: se compone de sietegrandes placas rígidas que resbalan sobre el magma,chocan, se enciman y se separan en un movimiento que nose nota pero que, a lo largo de millones de años, originómontañas y océanos. Cuando dos placas vecinas seenfrentan, la más pesada se desliza bajo la otra y parte deella se funde en magma. La otra, la más liviana, se montasobre la primera y sus bordes se rompen. Si se trata deuna placa oceánica que se hunde bajo una continental, seforma una cadena de montañas volcánicas a lo largo de lacosta – como en las costas americanas del Pacífico. Y si seenfrentan, en mar abierto, dos placas oceánicas, se formauna cadena de islas volcánicas como en Hawái.
Lo malo y lo bueno
Las erupciones de los volcanes siembran muerte ydestrucción. Pero también cambian el paisaje de tierras ymares y aportan al entorno gran parte del oxígeno,hidrógeno, calcio, cloro, nitrógeno, azufre, cobre ydiamantes.
El hombre, que huye de las erupciones, vuelve a levantarsu casa en el mismo lugar, pasado el peligro. Es que,gracias a la regeneración que producen los minerales de lalava y las cenizas (potasio, calcio y fósforo), los suelos setornan más fértiles. Por ejemplo, en la zona del volcánEtna, en Sicilia, crecen olivos a gran altura, y en las laderasvolcánicas indonesias, los cultivos de arroz dan trescosechas anuales.Lo importante es anticiparse a la erupción. Para ello, hayque conocer a fondo los volcanes, esta es la tarea de losvulcanólogos, que son las personas expertas en volcanes,quienes con trajes metálicos, cascos y calzados de suelamuy gruesa, instalan sus laboratorios junto a los cráterespara detectar cuando el volcán está por entrar enerupción.