un resumen de un marido afortunado de david h keller 1880-1966
Respuestas a la pregunta
Respuesta: Visiblemente, si hubiéramos tenido hijos, no habría podido ocuparme tanto de él y de la vivienda. John, protestó al inicio, empero lentamente se ha sido resignando.
Como me quedaba sola todo el día, me había puesto a coser; rápido supe confeccionar vestidos, e inclusive camisas para John.
Créanme, en veinte años de matrimonio, mi John no ingirió nunca un bocado que no conviniera exactamente a un hombre de su edad, de su peso y de su temperamento.
Y, sin embargo, no es simple una vez que hay un hombre en la vivienda, en especial un hombre como John.
Una vez que recibía a alguno amigos, que no tardaban en encender un cigarro, me precipitaba para deslizarles un pedazo de linóleo abajo de los pies, por temor a que ensuciaran la alfombra.
De esta forma, puesto que, le pedí a John que refregara los platos en mi sitio, sin embargo aparecía tan descuidado que me vi impuesta a colocar trozos de linóleo delante de la fregadera de tanto que salpicaba el suelo.
Debo mencionar que John era un hombre bastante galante para aprovecharse de el caso.
En su habitación yo haba colocado, a los pies de la cama, una parte de linóleo, y sobre el linóleo un enorme cenicero de porcelana china, blanco, con rosas amarillas. John era, a Dios gracias, bastante refinado para mascar tabaco, ni siquiera para fumar; sin embargo sin embargo, le gustaba el chicle.
Con una enorme decepción de mi parte, John no comentó nada; movió sencillamente la cabeza, tomó el fragmento de chicle y se dirigió a tenderse.
—John, ¿has cerrado el agua caliente del cuarto de baño?
Lo cual yo había tomado por la lluvia era el sonido de su historia que se iba, gota a gota.
—No hay otra razón en un hombre que tiene la fortuna de tener una mujer tan devota como usted —dijo.
Explicación: ;))), me dices si te sirvio.