un resumen de los niños que salvaron el pais pequeñito
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Había una vez un país pequeñito e inmensamente hermoso, donde el sol brillaba con fuerza y las mariposas bailoteaban alegres alrededor de los jardines.
No todo era bueno, porque existían niños que andaban descalzos y personas mayores que no sabían leer, pero el aire era puro, el suelo fértil y el paisaje fascinante. Las olas del mar arrojaban a la playa conchas luminosas que recogían los pequeñuelos, y a lo lejos se divisaba el ballet multicolor de los pececillos, haciendo piruetas sobre el tapete azul de las aguas saladas.
Una vez el presidente de este país pequeñito ordenó a los trabajadores que perforasen la tierra, en busca de posibles tesoros que ésta pudiera guardar en sus entrañas.
Y los hombres cavaron y cavaron días enteros, y al octavo día, luego de haber encontrado centenares de babosas, cusos, raíces y piedras, escucharon un fenomenal estrépito que provenía del subsuelo, y que sonaba más o menos así:
¡BURUUUM-BUNNN-BUNNN¡ ¡BURUUUM-BUNNN-BUNNN¡
Aterrorizados, los trabajadores trataron de subir a la superficie para ponerse a salvo, imaginando que la tierra se había enojado por la herida que le habían abierto y que les mandaba un temblor o quizás un terremoto. Pero en esto sintieron que un chorro negro de líquido espeso brotaba bajo sus pies, incontenible, expulsándolos al exterior con la fuerza de una tromba.
-¡Petróleo¡- gritaron los jefes de los trabajadores. Y corrieron a dar aviso al presidente, quien saltó, zapateó, tomó de la mano a sus ministros y bailó con ellos hasta el amanecer.
No tardaron en llegar de varios países del mundo, unos señores vestidos como detectives, quienes también danzaron con el presidente, le hicieron firmar unos papeles y se quedaron a vivir en el país pequeñito.
II
Poco apoco, el aire fue tomando una coloración negruzca, y el sol, oculto bajo densas humaredas, se marchó lagrimeando.
El petróleo avanzó sobre los campos y pintó de negro los sembríos, invadió cauces de arroyos y de acequias, contaminó el agua de los ríos, de donde huyeron los cardúmenes y las conchas luminosas, Y cuando ennegreció los árboles y las flores, las mariposas –enfermas de tristeza- dejaron de bailotear y murieron.
En su señorial palacio, mientras tanto, el presidente y sus ministros continuaban saltando, muy contentos; pero cada vez había más niños descalzos y personas mayores que no sabían leer. El paisaje ya no fascinaba a nadie y más bien deprimía el espíritu horriblemente. El país pequeñito había dejado de ser hermoso.
III
Y sucedió que un día todos los habitantes, excepto los niños, cayeron en un permanente estado de adormecimiento, cual si hubiesen sido encantados por la varita mágica de algún duende travieso.
Entonces los pequeños se congregaron en las aldeas y ciudades para discutir la situación.
Hablaron todos, sin excepción, y sus voces –convertidas en palomas- se elevaron por el aire, purificándolo nuevamente:
-¡Se muere nuestro país¡
-¡Hagamos algo para salvarlo¡
-¡Pintémoslo de blanco¡
-No. El blanco no es un color que deba pintarse: aparece por sí sólo, cuando se diluyen las sombras.
-Dejémoslo como estaba antes¡
-¡No¡ También antes estaba mal: ahora que parecen dormir los mayores, hagamos un país diferente un país lindo …
-¡Hagámoslo ahora¡
-¡Sí, todos a trabajar¡
Y se reunieron los niños descalzos con, los que tenían ocho millones de pares de zapatos, los rubios, morenos, negros, cobrizos, mulatos, verdes, amarillos……
Desviaron el curso de los pozos que seguía vomitando petróleo y los llevaron por zonas en las que no podían hacer daño a la gente, a los animales, a los mares y ríos, a la vegetación, otrora exuberante, y quemaron los papeles que había firmado el presidente. Pintaron de verde los campos, y de azul los cielos.
El sol brilló otra vez, más esplendoroso que nunca, y sus rayos le devolvieron el color de cristal a las aguas de arroyos, de ríos y de mares.
Plantaron eucaliptos y sauces, encinas, robles y hayas; manzanos, perales y naranjos, maíz, caña de azúcar, trigo ….
Sembraron rosas y alelíes, jazmines y tulipanes, pensamientos y violetas; azucenas, acacias y claveles; margaritas, nardos y nomeolvides, retamas y siemprevivas.
Y sobre esa policroma floración volvieron a posarse las mariposas ya trinar las aves.
IV
Pero entonces despertaron de su letargo los mayores y alegres unos, enfurecidos otros, asombrados todos, exclamaron al unísono:
-¡Cómo ha cambiado nuestro país¡
Y observaron que los ocho millones de niños tenían zapatos y vestido; que estaban robustos, risueños, esperanzados; que no sólo habían aprendido a leer, sino a escribir su propia historia.
Y se percataron, no sin un dejo de horror, que habían dormitado demasiado tiempo.
Habían envejecido sin sentirlo en aquel breve lapso de somnolencia.
-¡Qué será ahora de mi país¡ -vociferó el anciano presidente- .
-¡NUESTRO PAÍS¡- le corrigió uno de los viejos, que nunca había aprendido a leer. Y exclamó luego, con sorpresa:
-¡Los niños, miren¡ ¡Los niños han crecido¡ ¡Bendito sea nuestro país
Explicación:
de ahí léelo y haz un resumen:)
Respuesta:
Había una vez un país pequeñito e inmensamente hermoso, donde el sol brillaba con fuerza y las mariposas bailoteaban alegres alrededor de los jardines.
No todo era bueno, porque existían niños que andaban descalzos y personas mayores que no sabían leer, pero el aire era puro, el suelo fértil y el paisaje fascinante. Las olas del mar arrojaban a la playa conchas luminosas que recogían los pequeñuelos, y a lo lejos se divisaba el ballet multicolor de los pececillos, haciendo piruetas sobre el tapete azul de las aguas saladas.
Una vez el presidente de este país pequeñito ordenó a los trabajadores que perforasen la tierra, en busca de posibles tesoros que ésta pudiera guardar en sus entrañas.
Y los hombres cavaron y cavaron días enteros, y al octavo día, luego de haber encontrado centenares de babosas, cusos, raíces y piedras,