un poema del neoclasicismo que trate de felicidad
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A Melisa de Fray Diego González (1733-1794), el monje que amaba a las mujeres
Volví a quedar dormido,
Y sentado me hallé junto a una fuente,
Mirando su murmullo atento;
Y estando divertido,
Allí llegaste apresuradamente,
Pidiendo de beber, y yo al momento
Un vaso te presento;
Y dices tú con risa y burla mía:
“No es esa, Delio, el agua que pedía;
La sed que yo padezco es amorosa;
Y siempre codiciosa
De tus eternos lazos,
Sólo pueden templarla tus abrazos.”
israel26cerdito:
ese está en Google
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