un microcuento sobre la convivencia escolar
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Durante la era glaciar, muchos animales morían por causa del frío.
Los erizos, percibiendo esta situación, acordaron vivir en grupos; así se daban abrigo y se protegían mutuamente.
Pero las espinas de cada uno herían a los vecinos más próximos, justamente a aquellos que le brindaban calor.
Y por eso, se separaban unos de otros.
Pero volvieron a sentir frío y tuvieron que tomar una decisión: o desaparecían de la faz de la tierra o aceptaban las espinas de sus vecinos.
Con sabiduría, decidieron volver a vivir juntos.
Aprendieron así a vivir con las pequeñas heridas que una relación muy cercana les podía ocasionar, porque lo realmente importante era el calor del otro. Y así sobrevivieron.
La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, es aquella donde cada uno acepta los defectos del otro y consigue aceptación para los suyos propios. Donde el respeto es fundamental!!!!!.
En lo alto de una montaña vivía el conejo Serapio y sus nietas Serafina y Séfora. Serapio era un conejo muy bueno y respetuoso con el resto de los animales del lugar, pero... sus queridas nietas eran todo lo contrario. Serafina y Séfora siempre se burlaban de las ovejas, de las cabras y de todos los que habitan por la zona.
Serapio había intentando cambiar esta conducta de sus nietas, pero había sido imposible. Un día, avergonzado y cansado de la actitud de estas dos conejitas, a Serapio se lo ocurrió proponerlas un juego y sus nietas, que eran muy traviesas, inquietas y predispuestas, aceptaron encantadas.
Serapio les dijo a sus nietas que, cada vez que faltasen al respeto a alguien, tenían que escribir en su cuaderno la palabra Disculpa.
- ¿Quién ganará el juego? - preguntaron Serafina y Séfora.
A lo que su abuelo contestó:
- La ganadora será aquella que escriba en su cuaderno menos veces la palabra Disculpa.
Serafia y Séfora se tomaron muy en serio el juego e iban a todos los lados con su libreta y su lápiz para apuntar o, mejor dicho, para intentar no escribir la palabra Disculpa. Pero pasaron los días y, cansadas de escribir siempre la misma palabra, las dos se pusieron a conversar:
- ¿No será mejor dejar de burlarse de la gente en lugar de escribir tanto la palabra Disculpa?
Serapio, que escuchó la conversación, salió de detrás de un arbusto donde estaba escondido, felicitó a sus nietas por la decisión y les pidió que borrarán todo lo escrito en sus cuadernos.
Las conejitas obedecieron a su abuelo pero... se dieron cuenta de que, al borrar lo escrito, las hojas del cuaderno no quedaban como antes. El abuelo, viendo la reacción de sorpresa y tristeza de sus nietas, les dijo:
- Así se queda el corazón de las personas a las que les faltamos al respeto. Las huellas o las heridas que les causamos no se eliminan por completo.
Y de este modo Serafina y Séfora entendieron que debemos respetar a los demás, así como nos gustaría que nos respetasen a nosotros