Un hombre acuchilla a su pareja ante su hijo de 3 años porque ella se enamoró de otro, y lo va a
dejar. Un hombre dispara tres veces a su mujer porque no le gustó que ella tenga la ilusión de
terminar el bachillerato y tal vez iniciar una carrera en el Sena.
Un hombre asesina a su pareja porque no soportó que ella le pida el divorcio.
Un hombre se suicida después de asesinar a su mujer y a sus tres hijos: ella, después de soportar
ocho años de violencias, le había contado que se iba a donde sus padres.
No seguiré, pues son más de mil feminicidios al año en nuestro país.
Y sí, los males del amor, los estragos del amor matan todos los días o casi todos los días. Y no
solo metafóricamente, como en los boleros con ese “quiero todo de ti”. No, matan físicamente, con
mucha determinación y con una violencia difícil de soportar, a veces en el frío de la noche
bogotana, a veces en una cálida tarde lejos de Bogotá. El amor fue la razón de la muerte, dicen
casi todos los victimarios.
Se llamaban hace poco, crímenes pasionales; feminicidios se llaman hoy. Pasión amorosa
desgarrada o pérdida de control y de la posesión de ese objeto mujer. Pasión versus posesión.
Y sí, estos hombres matan porque de repente se dan cuenta de que la posesión de este objeto
amado que era su mujer es una ilusión. El objeto amado, su mujer, huye de su control y –cosa
insólita e insoportable– tiene sueños y quiere ser feliz. Y, claro, nuestros sueños son
verdaderamente las pesadillas de los patriarcas.
Para ellos, es impensable que su mujer, exmujer, novia o mujer trans, pueda desear otra vida que
ya no sea al lado de él, otra vida sin él.
Amar a otro, pertenecer a otro no hace parte de lo posible. “Sin ti no podré vivir jamás; sin ti es
inútil vivir”; las letras del bolero se hacen realidad y la muerte de ella se vuelve la única salida
válida para estos monstruos del amor.
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De hecho, lo que los hombres hoy día no logran aceptar, no logran interiorizar y entender es que
las mujeres han aprendido los primeros pasos de otra canción que nombra la autonomía y la
felicidad y que, de alguna manera, representa su revancha después de una muy larga historia de
desgracias, de posesión, de control y de asfixia del menor átomo de independencia y libertad.
Es que durante demasiado tiempo mujeres y hombres fuimos, todas y todos, prisioneros de
definiciones, de arquetipos y roles estereotipados de tal fuerza que lograron encerrarnos en lo
que podríamos llamar la cárcel del género, paralizándonos para la reinvención, el riesgo y la huida
adelante.
Y el amor es un fermento ideal para que ese flagelo florezca y logre transformar los goces del
amor en estragos mortales que 90 por ciento de las veces pagan las mujeres.
Se hace urgente y necesario repensar el amor, encontrar nuevas pedagogías del amor para
reinventar el país. La paz necesita con urgencia que los hombres y las mujeres aprendan
nuevamente a hablarse construyendo nuevos pactos amorosos en la lentitud, en el silencio de un
diálogo que acepte la diferencia y el reconocimiento del misterio del amor que ninguna letra del
bolero podrá nunca traducir.
Florence Thomas
* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad
Explicar cuáles son las situaciones de violencia que plantea la autora Florence Thomas
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La violencia, el feminicidio, el sucidio, etc.
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