Un equipo interdisciplinario de investigadores desarrolló y ensayó, con resultados alentadores, un dispositivo polimérico que se implanta en el segmento posterior del ojo y que libera, de modo selectivo, una droga quimioterapéutica. El desarrollo abre horizontes promisorios en el tratamiento del retinoblastoma, un tipo de cáncer ocular que afecta primordialmente a niños de hasta dos años.
El dispositivo polimérico diseñado por los investigadores mide 7 milímetros e impide que la droga empleada para la cura del restinblastoma se distribuya hacia zonas indeseadas, y que actúe sólo sobre el tumor. Las etapas de estudio en un modelo animal original concluyeron con éxito y, en la actualidad, los científicos preparan nuevos implantes que permitan el uso en humanos en un futuro próximo.
El retinoblastoma es un tumor maligno que se genera dentro del ojo, en la retina. Es típico de las células de la retina en desarrollo y es por eso que se presenta por lo general en niños. Aunque se sospecha que puede comenzar durante la lactancia, como tiene un desarrollo inicialmente silente, lo más frecuente es que se lo diagnostique cuando los niños tienen alrededor de los dos años. “Se trata de un cáncer con bajo o hasta nulo nivel de mortalidad. De hecho, con la enucleación del ojo afectado, el trastorno se cura. Pero el objetivo es evitar este cruento desenlace”, señaló a InfoUniversidades el doctor Guillermo Chantada, médico principal del servicio de Hemato-Oncología del hospital Juan P. Garrahan.
La quimioterapia es la estrategia que se utiliza para reducir el volumen de los tumores generados por el retinoblastoma intraocular cuando los niños afectados por la enfermedad no responden a las terapias convencionales, menos agresivas. Pero la quimioterapia sistémica, que se inyecta por vía endovenosa, si bien resulta eficaz para reducir el volumen tumoral, desencadena efectos colaterales adversos, que pueden llegar, incluso, al desarrollo de leucemias fatales dados los altos niveles de toxicidad de la droga utilizada. Se suma a ello las consecuencias de todo tipo que la quimioterapia provoca en niños que, por lo general, tienen desde pocos meses de vida hasta dos años.
Se estima que cerca de un 40 por ciento de los casos puede tener origen genético; por eso es fundamental estar precavido cuando existen antecedentes familiares. Pero también, el tumor ocular podría desarrollarse a partir de la mutación espontánea de las células de la retina. En estos casos las causas permanecen aún bajo discusión. Así, conviven hipótesis que postulan el efecto de un virus, con otras que señalan la acción adversa de determinados agentes ambientales, y hasta la incidencia de la desnutrición.
La fabricación del implante episcleral corrió por cuenta de las cátedras de Farmacotecnia I y II. “Para la elaboración utilizamos un material plástico, un polímero biocompatible de origen sintético. El proceso de fabricación es relativamente sencillo y consiste en colocar el polímero y la droga, que son mezclas homogéneas, en una matriz. De allí se lleva a una estufa a unos 70 grados, lo que permite que se funda el material. Luego, se enfría durante media hora a 4 grados”, relató el doctor Diego Chiappetta.
El resultado es un comprimido de 7 milímetros de diámetro, que tiene una de sus caras recubiertas para impedir que la droga se distribuya hacia zonas que no se desean, y que sólo se libere el fármaco directamente sobre el tumor. El comprimido se implanta en la parte posterior del ojo enfermo, mediante una incisión en los tejidos conjuntivales, y se lo sitúa con la cara no recubierta hacia la esclerótica.
Para la primera etapa de trabajo resultó clave el aporte de los farmacólogos pertenecientes al ININFA y a la cátedra de Farmacología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, quienes realizaron los estudios de dosis y toxicidad, entre otros estudios farmacocinéticos, tanto preclínicos como clínicos. “Además, desarrollamos unas cánulas especiales de microdiálisis, una herramienta que nos permitió medir en forma continua los niveles de la droga en ensayo, sin necesidad de practicar sucesivas punciones en el ojo de los animales de experimentación”, señaló el doctor Guillermo Bramuglia.
El equipo interdisciplinario que desarrolló y ensayó el dispositivo periocular está integrado por miembros de los servicios de Hemato-Oncología, de Oftalmología y de Patología del hospital Garrahan; de las cátedras de Farmacología y Farmacotecnia de la Facultad de Farmacia y Bioquímica; y del Instituto de Investigaciones Farmacológicas (ININFA), dependiente del Conicet. El nexo entre todas las áreas fue el doctor Ángel Montero Carcaboso del ministerio de Educación y Ciencia de España. También participó un reconocido experto internacional en la materia, el investigador estadounidense David Abramson, del servicio de Oncología Oftálmica, del Memorial Sloan-Kettering
Cancer Center, de Nueva York.
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