un cuento sobre el valor de la ayuda (real o ficticias)
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
LA AYUDA DE LOS DEMÁS
A veces, cuando nos ponemos enfermos y estamos solos, solemos agradecer la compañía de otros para llevar con mayor facilidad nuestra recuperación. Esto era lo que pensaba un día de verano una gallina en su casa, atacada por una tremenda gripe, al tiempo que se lamentaba por no tener a nadie de confianza a su alrededor.
Un día, mientras la pobre gallina se recuperaba sola de su molesto resfriado, su vecino, un gato muy egoísta y con ideas escasamente buenas, decidió visitar a la gallina para ver cómo se encontraba o si podía ayudarla en algo para que se recuperase más pronto y con más tranquilidad. Lamentablemente, esta tan solo era la excusa que el gato había perpetrado para presentarse ante su vecina, y no la pensaba cumplir.
¡Conseguiré engañar a mi vecina, y esta, con el juicio nublado a causa de la fiebre, me dejará entrar sin problemas! Cuando esto ocurra, me abalanzaré sobre ella hasta que tan solo queden las plumas – Pensaba el despiadado del gato, que llevaba días sin comer y cada vez se sentía más atrevido.
Al verle, la gallina, que era muy lista, supo muy bien a qué se debía aquella visita y decidió exagerar los síntomas de su gripe para engañar al gato:
¡Qué bien que me visita! ¿Podría usted ayudarme, don gato? Necesito poner agua a calentar para calmar mi garganta. ¿Podría usted hacerlo?- Preguntó la gallina.
El gato, convencido de que había conseguido engañar a la gallinita enferma, decidió poner el agua a calentar. Una vez lista y bien calentita el agua, pidió al gato que le acercase su tacita con una rica infusión. Al acercarse, la gallina batió sus alas sacando fuerzas de flaqueza, hasta verter el agua casi hirviendo de la taza sobre la cola de su vecino. ¡Cómo aullaba de dolor!
Y de esta forma, el gato jamás volvió a molestar a su vecina, ni mucho menos, a provecharse de las debilidades de los demás.
Respuesta:
El ratón atrapado.
Las llamas subían por las cortinas de la ventana del dormitorio haciendo ese acceso imposible para poder escapar. El ratón miró a la puerta desesperado y se dirigió allí a pequeños saltitos. Le faltaba el oxígeno y estaba extenuado.
Salió por la puerta entreabierta y llegó a otra habitación llena de humo.
Adivinó otra puerta al otro lado de la estancia y se dirigió allí lo más deprisa que pudo. Se paró muy nervioso. Se le acababa el tiempo y una decisión equivocada le podía costar la vida.
Cuando escuchó el maullido del gato se le heló el corazón.
En un momento, el temido animal lo agarro de la cola y lo metió en su boca, justo cuando las llamas estaban a punto de devorarlo.
El gato saltó a una estantería y, desde ahí, pudo salir por la ventana que daba a una terraza de la casa y, los dos, salvaron la vida.
Explicación: