Un cuento policial inventado
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Había una vez una mujer llamada María, que sintió la necesidad de contratar un detective ante la angustia de saber que había un asesino suelto que quería matar a su familia.
María se preguntaba constantemente: “¿Por qué?”. Habiéndose contactado con el detective, y luego de su nerviosa charla, comenzó la investigación.
El detective le preguntó: “¿Tuvo algún novio celoso en el pasado?”.
A lo que María respondió: “Sí, pero murió hace mucho tiempo, junto a varias personas más”.
El detective volvió a preguntar: “¿Por qué causa murieron?”.
María manifestó: “El avión en el que él y otras personas viajaban se estrelló”.
El investigador prosiguió: “¿Tiene usted algún enemigo?”.
Y ella…: “No lo sé”.
El volvió a interrogarla: “¿Alguna vez la amenazaron?”.
María: “Sí, hace unos días encontré una nota por debajo de la puerta”.
El: “¿Me la podría mostrar?”.
María asintió: “Sí, por supuesto”, entregándole la nota al detective.
El mismo quedó impresionado, porque la nota decía lo siguiente: “Cuida a tus hijos…”.
Al día siguiente, nuestra protagonista llevó a sus hijos a la escuela, como de costumbre, pero esta vez les dijo: “No se acerquen a ningún extraño”
Pasada la jornada escolar, al salir de la escuela los hijos de María, un hombre extraño los llamó y los invitó a tomar un helado, y los niños, inocentemente, y habiendo ignorado la recomendación materna aceptaron la invitación, aunque con cierto recelo.
Pasaban las horas y los niños no regresaban a su casa, por lo que María, muy preocupada, decidió ir a buscarlos a la escuela. Camino a la escuela, la invadía un mal presentimiento, y al llegar, su temor se confirmaba, los niños no estaban, por lo que inmediatamente llamó al detective.
Este último comenzó a investigar por la misma escuela, pero no había rastros de los menores. Hasta que unos chicos comentaron haberlos vistos retirarse del predio en compañía de un señor desconocido por ellos.
Entonces, el investigador les preguntó: “¿Cómo era ese hombre?”.
Y uno de los compañeros, que dibujaba muy bien, esbozó la fisonomía del transeúnte.
El detective inició rápidamente la búsqueda. Al rato encontró las mochilas huérfanas en un callejón, preguntando casi simultáneamente a los vecinos de la zona si habían visto algo, y si conocían al extraño.
En eso, un panadero confirmó haber visto a los niños pasar, juntamente a un desconocido para los lugareños, entrando a una casa abandonada. Dicha escena llamó la atención del panadero, preguntándose: “¿Qué estarían tramando?”, pero no vio a nadie salir de la propiedad. El panadero con otros vecinos fueron hacia la casa abandonada y al ingresar fueron atacados por la espalda por el misterioso hombre. Pero, gracias a la actitud heroica del panadero, los niños lograron escapar y se encontraron con su desesperada mamá. Ésta los tomó entre sus brazos, llorando, mientras que en la casa continuaba la lucha con el maleante.
En eso, el panadero recibió un disparo que lo hirió gravemente, y finalmente murió.
Inmediatamente llegó personal policial, que ingresó a la vivienda, capturando al secuestrador, que recibió como condena cadena perpetua.
Luego de este episodio, la familia logró vivir feliz por siempre.