Un cuento modernista no inventado
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Respuesta:
EL BOSQUE DE LAS GOLOSINAS
Había una vez una preciosa princesa llamada Sina, que tenía un osito suave y blandito que se llamaba Golo.
Un espléndido día en que el sol brillaba y les apetecía muchísimo ir de paseo, decidieron hacer juntos una excursión al campo. Una vez allí, caminaron y caminaron y llegaron muy, muy lejos… exactamente, llegaron a un bosque precioso que se llamaba el Bosque de las golosinasSi echabas un vistazo al bosque, no era muy difícil saber por qué se llamaba así. En ese lugar todos los arboles tenían, en vez de hojas verdes, golosinas de todos los colores, de todos los sabores y de todos los tamaños. Y en vez de frutas normales tenían frutas de chocolate, vainilla, fresa y turrón. ¡Era como el paraíso de las golosinas!
Sina pensó que seguramente los niños de aquel lugar serían muy felices por tener tantas cosas ricas a mano para comer. Pero la triste y cruda realidad es que no era así. Los niños vivían desconsolados y llorando porque, como eran pequeños, no podían alcanzar las golosinas de los árboles. Por mucho que saltaban e intentaban trepar por los troncos, no conseguían nada.
Pero la princesa Sina halló una solución para el problema y les enseñó que había una forma de poder disfrutar de las golosinas, pero que debían colaborar todos para poder cogerlas. Lo que se le ocurrió a la princesa fue construir una gran escalera con unos trozos de madera que había por el bosque. Todos se pusieron en marcha para hacerlo: unos buscaron la madera, otros la cortaron, otro la unieron…y todos juntos terminaron la escalera en un periquete.
Ahora ya solo quedaba ponerla junto a uno de los árboles, y mientras unos sujetaban fuertemente la escalera para que no hubiera accidentes, los otros subían y bajaban con sus manitas llenas de todo tipo de golosinas. Y así fue como lo hicieron y cogieron muchos caramelos, gominolas, chocolates, chicles, regalices…y un montón de golosinas más que, por supuesto, eran para todos, porque como todos habían colaborado todos tenían derecho a participar de las golosinas también.
Sina y Golo también comieron, pero tuvieron que despedirse ya de sus amiguitos porque debían regresar a casa. Pero aquellos niños les agradecieron mucho la lección que les habían dado: si nos ayudamos unos a otros podremos participar de cosas buenas que a veces solos no podríamos alcanzar.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado
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