Un cuento del valor de la perseverancia
Respuestas a la pregunta
El peor detective del mundo
Autor: Eva María Rodríguez
Don Teodoro acaba de llegar a la comisaría de policía de Villatranquila, la ciudad con menos delitos del país. A Don Teodoro le habían destinado allí con la esperanza de que dejara de meter la pata con sus investigaciones. Y es que Don Teodoro no solo no resolvía ningún misterio, sino que que liaba las cosas todavía más.
Al principio Don Teodoro estaba feliz en su nuevo trabajo. Aunque no había mucho que hacer, Don Teodoro siempre estaba ocupado, investigando cualquier cosa que pudiera ser sospechosa, controlando los semáforos para comprobar que nadie se los saltaba y cosas así.
Todo fue bien durante un tiempo, hasta que Don Teodoro empezó a aburrirse. Y entonces, empezaron los problemas.
Un día llegó a la comisaría a denunciar al dueño de un perro que no recogía los excrementos de su mascota. Don Teodoro acabó multando a la señora por no respetar los derechos de los animales.
Otro día un señor fue a la comisaría para avisar de que había una avería en la boca de incendios que estaba justo en frente de la comisaría. Don Teodoro detuvo al señor acusándolo de haber roto él mismo la boca de incendios.
En otra ocasión, uno chicos le llamaron porque una señora se había caído en la calle y no sabía ni quién era. Don Teodoro encerró a los chicos porque estaba seguro de que ellos habían tirado al suelo a la señora mientras intentaban robarle el bolso.
Villatranquila era un caos. Ya nadie quería aparecer por la comisaría ni llamar para dar avisos, temerosos de acabar en el calabozo o con una multa.
El alcalde, muy preocupado, llamó a la sede central de la policía para contar lo que ocurría. Parece que allí nadie se extrañó, pero tampoco le dieron una solución.
El peor detective del mundoEntonces, el alcalde tuvo una idea. Llamó a Don Teodoro y le hizo la siguiente propuesta:
-¿Qué le parece convertirse en el nuevo escritor de relatos de misterio del periodo de la ciudad? Necesitamos gente con imaginación y conocimientos, y no conozco a nadie mejor que usted en eso.
A Don Teodoro le encantó la idea. Dejó su trabajo de detective y aceptó el trabajo de escritor. Eso sí que era una maravilla, porque por fin pudo darle rienda suelta a todas las ideas que se le pasaban por la cabeza.