Exámenes Nacionales, pregunta formulada por idalidesleonarrollo, hace 3 meses

un cuento de reciprocidad ​

Respuestas a la pregunta

Contestado por johan2006hoyosarenas
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Explicación:

caperucita roja y los enanos del olvido

Contestado por Usuario anónimo
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\huge\color{pink}\boxed{\colorbox{azure} {Hola}}

Los cuatro hermanos

En una aldea muy humilde, vivía una familia de cuatro hermanos. Sus padres eran campesinos que con el esfuerzo de aquella labor educaron a sus retoños hasta donde les fue posible.

Con el paso de los años, cada uno de los jóvenes tomó caminos distintos, cada uno con el propósito de regresar al pueblo trayendo el fruto de su arduo trabajo. Todos sabían que debían hacer algo para retribuir a sus padres cuando más lo necesitaran.

El hijo mayor fue a trabajar a una granja. -Eres un buen trabajador- le decía el granjero. Cuando decidas regresar a tu pueblo te daré lo que mereces.

Una de las hijas fue a trabajar a un molino de trigo. Y aprendió a hacer pan. Tan contento estaba el panadero que le dijo: Cuando llegue el momento de volver a tu aldea te concederé un magnífico regalo. Te lo has ganado.

El hijo menor fue a trabajar a un sembrado y cultivaba verduras para vender al mercado. Aprendió el arte con mucho ahínco. Y el amo agradecido por todo lo que hacía le dice: Tengo preparado para ti un regalo cuando decidas volver a tu tierra.

La otra hija fue a trabajar a casa del alfarero donde aprendió las técnicas del trabajo. Y se convirtió en una excelente ayudante por lo que aquel alfarero le dice: -En el momento de tu partida, te daré el pago justo por todo este tiempo a mi servicio.

Los padres envejecieron y ya no tenían fuerzas para labrar la tierra, por lo que los cuatro hermanos decidieron volver a casa.

Y según lo prometido, cada uno recibió su paga.

El mayor de los hermanos recibió una vaca, esta era especial, porque nunca se le acababa la leche, la cual podría vender siempre y obtener el dinero necesario.

El panadero dio un saco de trigo a su aprendiz y le dice: -Nunca se acabará la harina de este saco y tendrás siempre para poder hacer más pan, lo venderás para tu sustento.

El hijo menor recibió un azadón, era sin igual, pues con solo arar la tierra crecían las plantas cargadas de frutos, de esta manera tendría frutos todo el tiempo para alimentarse o vender en el mercado.

La otra hija en pago recibió un torno para moldear. -Cualquier cosa que fabriques allí se convertirá en plata fina- le dijo el alfarero.

Habían sido generosos y honestos en sus labores y cada uno fue premiado por ello. Y regresaron felices a casa de sus padres a disfrutar los dones recibidos.

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