un cuento de 600 palabras libre
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Érase una vez una pequeña bacteria que tenía un gran sueño que era visitar el cuerpo humano. Quería conocer de primera mano acerca de aquel lugar del que había escuchado tantas historias de hazañas mortales y audaces. Día y noche soñaba con algún día poder visitar ese lugar, pero sus padres frustraban aquel sueño porque no querían que su hija corriera tal riesgo.
Dicha familia vivía en un rincón del baño de la casa de una familia de seres humanos. Desde el patio de su casa, la pequeña bacteria podía ver como los seres humanos entraban y salían diariamente de su campo de visión desde el lugar donde ella se encontraba. Por el contrario de las advertencias de sus padres, sus deseos de visitar el interior del cuerpo humano crecía día a día y su madres se molestaba mucho y siempre decía que había perdido la cabeza.
Un día se encontraba sola en su casa, porque sus padres habían salido y ese día había amanecido con una valentía que nunca había sentido. Se dijo que si no hacía ese día lo que tanto había soñado, nunca lo haría. Tomó su mochila y se aventuró al patio de su casa porque era el momento en que el pequeño humano entraría al baño.
Sucedió como ella lo planeó, el pequeño humano entró al baño a cepillarse y ella, como se conocía todo el espacio del baño, llegó en un santiamén al cepillo de dientes del niño y logró entrar al interior del cuerpo del niño.
Aquello era mejor de lo que se imaginaba. Formas, tamaños y estructuras que nunca había visto ni vería porque se encontraban en el interior del cuerpo humano. Lo que no se esperaba ella, es que ella era un tipo de bacteria muy peligrosa para el cuerpo humano y que el cuerpo había soltado a los defensores: los glóbulos blancos. Los glóbulos blancos tenían la determinación de acabar con ella y ella no lo sabía.
Dentro del escuadrón de góbulos blancos encagado de aquella tara se encontraba un joven que siempre había estado en desacuerdo con las políticas de exterminio de bacterias sin conocer las intenciones de estas. Y una vez más, él hacía su trabajo de mala gana.
Tuvieron la pequeña bacteria y el escuadrón de glóbulos blancos un encuentro y desde ese momento, la pequeña bacteria supo a lo que hacía referencia su madre porque la atacaron como nunca lo había pensado. Se sorprendió de que aquel lugar fuera tan hostil.
Ella pudo esconderse en un lugar pero sabía que no duraría mucho. Incluso se estaba resignando a que su vida acabara, pero no contaba ella con la presencia de aquel joven glóbulo blanco que estaba en desacuerdo con su trabajo. Ese joven la estaba observando y sabía donde estaba escondida.
La encontró y se presentó y en ese momento, al ver que la bacteria era una pequeña niña, prometió sacarla de aquel suceso. Y con distintas maromas, el joven glóbulo blanco pudo llevarla hasta la nariz, que fue el único lugar al que entendió que podía llevarla para que pudiera huir. Activó los mecanismos de defensa para que el niño estornudara y así hizo que la bacteria pudiera salir. No sin antes advertirle que debía obedecer a sus padres cuando le decían que el cuerpo humano era un lugar hostil.
Resultó ser que el tiempo humano transcurría más lento que el tiempo de ella y cuando llegó a su casa, se dió cuenta que había estado desaparecida por años y que sus padres eran ya unos ancianos. Ella, muy triste, se reencontró con sus padres y les pidió perdón por sus actos. Y lamentablemente no pudo disfrutar a sus padres por mucho
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