Castellano, pregunta formulada por lauris26112006, hace 3 meses

un analisis literario sobre el ensayo colombia y futuro de wiliam ospina

Respuestas a la pregunta

Contestado por javiermontey
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Respuesta:

Dicen que cierta vez, ante una discusión encarnizada sobre el porvenir, Oscar Wilde recomendó a los polemistas abandonar el tema diciéndoles: “No hay que preocuparse tanto por el futuro. El futuro no ha hecho nada por nosotros”. La verdad es que si bien el futuro nunca ha hecho nada a nuestro favor, sí ha hecho mucho en contra nuestra, ya que a menudo sacrificamos todo nuestro presente en aras del espléndido futuro que viviremos nosotros, nuestros hijos o nuestros remotos descendientes.

Creo que en esta búsqueda de una transformación efectiva de la realidad colombiana, lo primero que tenemos que abandonar es la idea de que estamos trabajando para el futuro. A menudo oigo decir en las reuniones que analizan nuestro drama histórico que ya no podemos tener esperanzas en los hombres del presente, que hay que pensar en los hombres del futuro, los únicos que acaso tengan alguna redención, que por ello la única forma de cambiar a nuestra sociedad es pensar en los niños y que el único instrumento eficaz de esa transformación es la pedagogía. (Más del especial Colombia unida: Discurso de Gabriel García Márquez sobre la patria amada).

Tal vez en una o dos generaciones —dicen— habremos formado un hombre nuevo y el mundo empezará a ser distinto. Cuando escucho esas afirmaciones siempre me pregunto quién va a formar a esas generaciones afortunadas que se van a salvar del caos de la historia y que van a recibir, por arte de una ingeniosa pedagogía, un mundo feliz.

Y comprendo que hay una contradicción profunda en el hecho de afirmar que los seres de hoy no somos hábiles para transformar un presente al que conocemos y padecemos, y que en cambio sí seremos capaces de transformar el futuro, del que nada nos ha sido revelado. La verdad es que el que quiera cambiar el mundo debe cambiar el presente, y puede estar seguro de que, haciéndolo, cambiará el futuro. Pero para ello es necesario saber qué es lo que hay que cambiar en el presente y ello ofrece muchas dificultades para todos.

Los colombianos hemos crecido en el extremo individualismo y a lo sumo nos sentimos afectados por las cosas que atañen a nuestra familia o a nuestro círculo cerrado de amigos. Más allá de eso, lo que ocurra es asunto de otros y no queremos participar de su duelo. Esa actitud, sin embargo, es la que permite que los hechos atroces se multipliquen, porque las víctimas están cada vez más solas e inermes, y los victimarios se sentirán cada vez más libres para obrar y más impunes. Así, una conducta completamente discreta de cada uno de nosotros tiene tremendas repercusiones públicas. Y lo que no queremos advertir es que esa actitud, que parece protegernos del caos y salvarnos de la responsabilidad, es la que permite que nosotros también podamos ser víctimas, igualmente inermes, de un clima de insolidaridad que continuamente contribuimos a formar

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