Tu valor está en lo que eres y trabajes por tu dignidad humana y no solamente en cosas materiales que
poseas como propiedad. Tu única y mayor propiedad eres tú con tus valores. Acéptate, no te
desacredites pues el reconocer tu dignidad te da seguridad. Revisa continuamente los valores. Tienesque desear lo mejor para ti. Afronta la adversidad y decídete a mirar al mundo de otra manera y desde
tu interioridad. Maneja la rutina de todos los días. Lo importante no son los problemas que aparecen a
tu alrededor, sino la manera como reaccionas ante ellos. Encuentra tu verdadera identidad, proponte
metas que sean reflejo de tu autovaloración. Una meta puede ser tu salud física y mental. Tu salud es
un bienestar psicológico y físico. Otra meta, albergar pensamientos positivos, así las situaciones no
sean favorables, ellos se convertirán en polarizadores que convierten las fuerzas negativas en
positivas. Otra meta puede ser descubrir tus potencialidades. Todo lo puedes si te lo propones. Mejora
tu imagen, aprende a vivir con alegría. Cultiva tu interioridad observando tus sentimientos, ya que lo
interno es tan valioso y hermoso como la inteligencia que se encuentra en el universo
Los valores éticos y cristianos como modelos de transformación:
Lectura bíblica del Evangelio según san Lucas 2,6-7. En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los
Olivos. Al amanecer se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a Él. Entonces se sentó
y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen
en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos
mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarlo, para tener de
qué acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos
insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la
primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban
retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía
en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella
respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques
más». Palabra del Señor. Ponemos en común lo que nos dice la Palabra de Dios, luego compartimos
las siguientes preguntas:
1.¿Qué valores éticos encontramos en la actitud de Jesús presente en la lectura?
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Qué respeto a todos y sobre qué los ayudo
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