Geografía, pregunta formulada por segura20082009, hace 1 año

tres problemas internos de la region andina

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Contestado por lobociber
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No pudo ser. Las elecciones presidenciales de 2000 no permitieron la alternancia en el Perú y el triunfo opositor se quedó en la mera denuncia del fraude cometido contra el pueblo peruano y la democracia. Las denuncias por las amenazas a la limpieza del sufragio eran numerosas, comenzando por la falsificación de un millón de firmas para legalizar la agrupación oficialista Frente Independiente Perú al 2000. La operación fue denunciada por El Comercio, uno de lo pocos órganos de prensa independientes que durante el fujimorismo quedaban en el país. Al igual que en otros casos, el poder respondió inmediatamente, como ocurrió con Baruch Ivcher, el propietario del Canal 2-Frecuencia Latina, desposeído de la nacionalidad peruana y de la dirección del canal, y llovieron las denuncias sobre el diario por delitos fiscales. También se hablaba de padrones mal confeccionados, de policías y militares inscritos para votar, de robos de urnas y, lo que ya es una evidencia, del manejo indiscriminado de los medios, especialmente la televisión en abierto, por el poder para desinformar a la población sobre el proceso electoral. Era tal la amenaza sobre el futuro de la democracia peruana que el Instituto Nacional Demócrata y el Centro Carter señalaron que el proceso electoral todavía "no ha alcanzado los niveles exigidos por las normas internacionales para las elecciones democráticas". En la misma línea, Julio Cotler, uno de los más serios estudiosos de la realidad peruana, decía que eran "las elecciones más sucias, menos competitivas y menos libres" en el último medio siglo de historia del Perú, incluidas las convocadas por el dictador general Odría, que hizo encarcelar al candidato opositor y después obligó a los electores a acudir y votar por él, el único candidato que se presentaba. Completaba la idea señalando la paradoja de que los plebiscitos convocados por la dictadura de Pinochet y por los militares uruguayos para refrendar sus constituciones no tuvieron ni la sombra ni las sospechas de elecciones amañadas como éstas.Junto a las elecciones presidenciales se celebraron las parlamentarias que debían renovar la totalidad de los escaños, 120, del Congreso unicameral. De acuerdo con los resultados de entonces, desvirtuados posteriormente por la compra de diputados por el oficialismo fujimorista y por los desplazamientos "naturales" luego de la deriva presidencial al ridículo y al desastre, el partido de Fujimori obtuvo 52 actas, lo que lo colocaba a 9 de la mayoría absoluta. La menor importancia de esta elección en relación con la presidencial la da el hecho de la abstención, que pasó del 17,71% en las presidenciales al 36,31% en las legislativas. Esta cifra muestra que una parte nada desdeñable de los votantes sólo sufragó por Fujimori o bien que los encargados del fraude sólo se preocuparon por cumplir los deseos del patrón, olvidándose de los diputados.El espectacular ascenso del candidato de Perú Posible, Alejandro Toledo, forzó una segunda vuelta, celebrada el 28 de mayo, algo impensable cuando comenzó la campaña electoral. Sin embargo, ante el temor de que un reinado de quince años quedara trunco el tándem Fujimori - Montesinos no dudó en protagonizar episodios de mayor fraude con tal de mantenerse en el poder. Ante esto es importante no caer en el voluntarismo y no equivocarse. Si Fujimori ganó en la primera vuelta no es sólo por haber montado una de las mayores farsas electorales que haya conocido el Perú. Hoy, como ayer, para ganar las elecciones no basta con trampear, hay que tener un importante respaldo popular y el Chino lo tenía, a diferencia de Milosevic, que intentó montar una operación similar a la de Fujimori, aunque la movilización popular en este caso concreto le obligó a dimitir. La población estaba dividida al cincuenta por ciento y el fraude fue únicamente la espita que convirtió el empate en victoria. Decía un amigo y buen intelectual peruano que parte de la gente mantenía su fe en Fujimori "por muchas razones: conservadurismo, gratitud, temor, amenaza, desconocimiento de otras opciones, manipulación de parte de los brutales sistemas de control de la información que han logrado montar". Al mismo tiempo, la oposición, que englobaba a la otra mitad, fue incapaz de ganar, tanto por el fraude como por sus propias limitaciones: un líder, Toledo, en estado de maduración y falta de unidad y de un claro programa alternativo.
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