Tres guerras que se hayan desarollado en la primera mitad del siglo XX
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El siglo XX fue un siglo de violencia excesiva. Ello se manifestó sobre todo en los años 1914 y 1939, los comienzos de la Primera y la Segunda Guerra Mundial respectivamente. En ese siglo hubo, sin embargo, también momentos de notable renuncia a la violencia, por ejemplo la “Revolución Pacífica” de 1989, que, contra todas las expectativas relacionadas con el derrocamiento de un régimen político, se desarrolló mayormente en forma pacífica. Ambas guerras mundiales y el colapso del imperio soviético fueron sucesos importantes no solo para Alemania, sino para toda Europa.
Europa vota
1914 LA GRAN GUERRA
Alemania desempeñó un papel decisivo también en el estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914. No porque el Gobierno alemán quisiera imperiosamente la guerra, como han afirmado algunos investigadores, sino porque algunas de sus decisiones coadyuvaron a que esa guerra se transformara en un conflicto bélico que abarcó toda Europa. Los alemanes tienen una particular responsabilidad en la transformación del conflicto regional en una gran guerra, debido a la ubicación geopolítica del país en el medio del continente: Alemania era la potencia que con su política podía unir o mantener alejados entre sí los diversos conflictos en Europa, tanto agudos como latentes. Más que las decisiones políticas fueron los planes militares del Imperio Alemán los que en el verano de 1914 llevaron a que un conflicto regional en los Balcanes se expandiera a todo el continente. No hay por qué hablar de la “culpa de Alemania” en relación con el estallido de esa guerra, como se lee en el anexo al artículo 231 del Tratado de Versalles, pero sin duda recae sobre Alemania una gran responsabilidad en cuanto a las posibilidades de limitación espacial de la contienda.
La Primera Guerra Mundial surgió de (por lo menos) tres conflictos, en parte superpuestos e interrelacionados entre sí. Eso llevó a que la guerra no quedara limitada espacialmente ni pudiera ser finalizadas con negociaciones políticas. Debido a su larga duración horadó profundamente el orden político y las estructuras sociales de Europa, destruyéndolas finalmente de adentro para afuera. Por eso es casi imposible una memoria común europea. En su lugar han surgido, simplificadamente, tres grupos de memoriosos: el grupo de quienes festejan la guerra como una victoria, el grupo que recuerda con melancolía y tristeza los millones de muertos en todos los frentes y finalmente el grupo de aquellos para quienes la guerra fue un paso decisivo hacia el “renacimiento de los Estados nacionales”, para el que consecuentemente tiene más importancia el fin que el comienzo de la guerra. También esas diferencias en el recuerdo de la “catástrofe primigenia del siglo XX” conforman el polifacetismo europeo y no pueden ser transformadas de un plumazo en una memoria común europea.
la Primera Guerra Mundial estuvo en primer lugar la lucha por la hegemonía en Europa Occidental y Central. Ese conflicto enfrentó a Alemania y Francia. Luego de la proclamación del Imperio Alemán, en 1871, este asumió una posición semihegemónica, fortalecida por su dinámico desarrollo económico desde fines del siglo XIX. Francia, por el contrario, oscilaba entre la expansión de su reino colonial y las reminiscencias de su antiguo papel dominante en Europa. Ese conflicto estaba en el verano de 1914 más bien latente. Por él no tenía por qué estallar la guerra.
Un segundo conflicto inmanente a esa guerra giró en torno a la cuestión del futuro orden mundial, que se hallaba en la agenda política desde el comienzo del ocaso del Imperio Británico. Gran Bretaña se había transformado en el siglo XVIII en un policía mundial. Esa posición estaba basada en su dominio de los mares y su papel de fiel de la balanza en el equilibrio europeo de fuerzas. Gran Bretaña había defendido esa posición en dos guerras contra Francia y la había consolidado durante la Revolución Industrial. Habían surgido, sin embargo, competidores –Estados Unidos, Japón y no por último Alemania– y era previsible que le iba a ser imposible conservar esa posición a largo plazo. Los alemanes se transformaron en el principal competidor debido a su política de ampliación de su flota de guerra, si bien, por su potencial, en realidad el principal desafiante era Estados Unidos. Antes de 1914 no estaba realmente claro dónde discurrirían los frentes ni cuáles serían los aliados en el conflicto en relación con el nuevo orden mundial. A todos les quedaba claro, sin embargo, que de las cinco grandes potencias que dominaban en Europa, por lo menos dos dejarían de desempeñar papel alguno a nivel global. El primer candidato para ello era el Imperio Austro-Húngaro. Pero, ¿cuál era el segundo? ¿Alemania, Francia o quizás Rusia? También ese conflicto se hallaba en el verano de 1914 más en estado latente que agudo.
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:) espero q te sirva