(Tres ejemplos de textos expositivos orales) RAPIDO DOY CORONA
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Los volcanes
Un volcán es una formación geológica con forma de montaña y una abertura en su cima, llamada chimenea. Los volcanes provocan erupciones, es decir, emisiones de lava, gases y cenizas procedentes del núcleo de la Tierra. Un volcán se genera a partir de las roturas en la corteza terrestre por las que sale el magma, roca fundida procedente del interior de la tierra. El material que se acumula con cada erupción es el que da forma de montaña al volcán.
Existen volcanes debajo del mar, que con el paso de millones de años van acumulando la lava que expulsan, que al contacto con el agua se convierte en roca volcánica, dando lugar a la formación de islas.
El templo de Zeus en Olimpia
Entre los años 468 y 460 a. C. se levanta en honor a Zeus uno de los templos más importantes de la época clásica. Libón de Elis, el arquitecto, sitúa en la llanura del Altis un edificio hexástilo de orden dórico en el que empleó un sistema de proporciones ideales. Los materiales utilizados en su construcción fueron principalmente piedra caliza y mármol de Paros.
Sus frontones recrean escenas mitológicas relacionadas con el origen de las competiciones deportivas: en el frontón oriental la carrera de carros entre Pelops y Enomao; en el frontón occidental la batalla entre lapitas y centauros.
Las metopas, que adornan las cámaras anterior y posterior, están esculpidas en relieve y representan los 12 trabajos de Heracles.
La obra escultórica ofrece un contraste entre dinamismo y reposo; la arquitectónica muestra la monumentalidad en las dimensiones y la perfección del estilo dórico
De la amistad
Lo que ordinariamente llamamos amigos y amistad no son más que uniones y familiaridades trabadas merced a algún interés o merced al acaso, por medio de los cuales nuestras almas se relacionan entre sí.
En la amistad de que yo hablo las almas se enlazan y confunden una con otra por modo tan íntimo que se borra y no hay medio de conocer la trama que las une.
[...]
En la amistad nuestra no había otro fin extraño que le fuera ajeno, con nada se relacionaba que no fuera con ella misma; no obedeció a tal o cual consideración [...] Nuestros espíritus se compenetraron uno en otro; nada nos reservamos que nos fuera peculiar, ni que fuese suyo o mío.
Michel de Montaigne (1592), Ensayos
esperro mi corona campeona