tradiciones de los pueblos indígenas que no tienen escritura propia
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:
La alfabetización se concibe como uno de los primeros pasos que se deben dar para el
desarrollo de las sociedades. Lo que ocurre es que muchas veces se ha visto que en los
países ricos el índice del analfabetismo es nulo o casi nulo y en los países pobres las tasas
de analfabetismo son altas. Así, en lugar de ver el analfabetismo como una consecuencia
de la pobreza -en la que se ha dejado de ir a las escuelas para ir a trabajar- este se concibe
como la causa de todos los males. Se hacen, entonces, grandes campañas para “erradicar”
el analfabetismo (artículo 17 de la constitución política del Perú) pues se tiene la idea de que
no saber leer ni escribir es una enfermedad; la gran enfermedad de las sociedades iletradas.
No queremos negar la importancia que puede tener la escritura, pero sí queremos llamar
la atención sobre un hecho que nos parece fundamental y que al parecer es obviado por
los diseñadores de las campañas alfabetizadoras: la necesidad de tomar en cuenta que es
diferente hablar de alfabetización en una lengua con tradición escribal, como el castellano,
que hablar de alfabetización en una lengua ágrafa, como cualquiera de las lenguas indígenas.
Decimos esto, porque los programas de alfabetización para los pueblos indígenas se limitan a
mencionar que esta debe hacerse en dos lenguas -- primero en la lengua indígena y después
en castellano -- sin tomar en consideración la naturaleza oral de las lenguas indígenas que
mencionábamos líneas arriba. [1]
Es necesario tener presente que las culturas indígenas son culturas de la oralidad, y
que ello significa, como lo han demostrado Biondi y Zapata, [2] que son culturas de la
argumentación. Esto se aprecia, por ejemplo, en las asambleas comunales, donde las
decisiones no son tomadas a partir del voto de la mayoría sino por el consenso al que se
llega a partir de argumentaciones de los comuneros. Creemos que es impostergable buscar
una articulación entre oralidad y escritura donde se reconozca el valor que tiene la palabra
en las culturas indígenas para, de esa manera, emanciparnos de los códigos lingüísticos
basados en modelos europeos escribales que se impusieron como armas de discriminación y
poder. Recuérdese que la experiencia con la escritura fonética la trajeron los invasores y fue
traumática. Las crónicas nos lo cuentan: el sacerdote Vicente de Valverde salió al encuentro
de Atahualpa. En una mano llevaba a Biblia y en la otra un crucifijo afirmando que ahí
estaba Dios, “el verdadero," Atahualpa escuchaba esto traducido por Felipillo (imaginémonos
cuánta competencia tenía Felipillo en castellano para fungir de traductor). Cuando Atahualpa
preguntó dónde se podía sostener tal afirmación, Valverde le dijo que en la Biblia, el libro
sagrado." Atahualpa quería escucharlo y por eso pidió la Biblia, la miró, le dio vueltas la
mano, quiso escuchar lo que decía, se la apretó al oído y dijo: "No dice nada". “Está vacía”
y la dejó caer. Pizarro gritó y se abalanzó, a la señal, se abrió la trampa. Sonaron las
trompetas, y estallaron los arcabuces, desde la empalizada, sobre el gentío perplejo y sin
armas.