Geografía, pregunta formulada por aliciagil233, hace 7 meses

Tigris y eufrates asentaron con​

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Contestado por wildgg
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Segunda entrega sobre Mesopotamia. Nos situamos a lo largo del siglo XX, cuando los cambios políticos y sociales provocaron que la gente de la zona se viera obligada a migraciones en masa y la explotación descontrolada de unos humedales poblados por la tribu Ma’dam.

Marsh Arab Village

Poblado Ma’dam en 1974. Fuente: Corbis – Spiegel

Se dice que cuando Gilgamesh fue enterrado se desvió del Éufrates temporalmente para que después, al volver a su cauce, cubriera su tumba excavada en el lecho. Esta manera de enterrar se ha aplicado a otros personajes, como el visigodo Alarico, muerto en Cosenza tras saquear Roma: para proteger su tumba de profanaciones, se desvió el curso del Busento, se cavó la fosa y se volvió a dejar pasar el río. Quienes hicieron los trabajos fueron sacrificados para preservar el secreto del lugar (desagradable práctica nada infrecuente en diversas culturas).

El paraíso sumerio se encontraba al este de donde nacen los cuatro ríos del mundo, dos de los cuales son el Tigris y el Éufrates. En aquella mitología, Enki era el dios del agua y de la sabiduría, la construcción y el arte, quien llenaba de agua los ríos, llevaba peces y cañas a las marismas y creaba los rebaños. Protegió la naturaleza avisando del diluvio decretado por los otros dioses, hartos de la proliferación y el ruido de los humanos. Sumer, en la lengua original, significaba “la tierra del señor de los cañaverales” y a Enki se le representaba como una figura humana vertiendo agua de una jarra.

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Mapa de Mesopotamia durante el periodo dinástico arcaico. Fuente: Wikipedia

En Mesopotamia se han hallado los textos más antiguos, son de hace 4000 años. La civilización de Ur duró 3000 años. Después, vinieron los asirios, y dos siglos después, en el sur, Babilonia, imperios que duraron 14 siglos y que, en sus máximos, iban del Cáucaso a Arabia. En el siglo VI a.C., Ciro el Grande invadió Mesopotamia y la incluyó en el Imperio Aqueménida. Casi dos siglos después, Alejandro Magno la conquistó, después los partos y los romanos. El 224 d.C., Artajerjes incorporó Mesopotamia al Imperio sasánida persa. A fines del siglo III, Asiria fue el centro de la Iglesia cristiana de Oriente. En el siglo VII llegaron los musulmanes y muchos árabes y kurdos se establecieron en la región. El siglo siguiente construyeron Bagdad, sede del Califato y pronto la mayor ciudad medieval, con más de un millón de habitantes. Ella y otras ciudades fueron arrasadas en 1258 por los mongoles de Hülegü, nieto de Gengis Kan. En 1401, Tamerlán volvió a hacerlo. Es una historia de colapsos de civilizaciones avanzadas. Construir un sistema complejo es una tarea ingente y larga, destruirlo se puede hacer de manera súbita y catastrófica.

Los ríos de Mesopotamia enmarcan y nutren los inicios remotos de la civilización, pero los humanos han aprendido a vivir en zonas inundadas en muchos lugares del mundo. Los deltas, estuarios y otras zonas de humedales, por su riqueza, han sido ocupados desde hace muchos siglos y se han desarrollado soluciones culturales diversas. Pensemos en el delta del Nilo, que hizo de Egipto el granero del Imperio Romano. Son lugares de alta producción, aunque la presencia del agua favorezca la de mosquitos vectores de enfermedades. A nuestro Prat de Llobregat se le conocía como “el pueblo de las fiebres”: eran frecuentes paludismo, tifus, hepatitis, disentería… El agua no era potable, había miseria, abandono de las administraciones, incultura y violencia (Codina, 1966). Hoy, la gente vive mucho mejor. Hemos cambiado el medio, pero no siempre hemos tenido en cuenta las condiciones naturales y esto conlleva riesgos. Las zonas inundables todavía se inundan a veces y descubrimos, con indignación, que se construyó donde no había que hacerlo, que hay infraestructuras que actúan de barrera al paso del agua y ésta sale por donde puede y causa estragos… Además, las urbanizaciones han reducido la superficie permeable. Cuando el agua freática sube a la superficie, frena el drenaje hacia el mar. La vida salvaje de los humedales está amenazada por la urbanización, la agricultura intensiva, la desecación, la modificación de los cursos y caudales de los ríos y la subida del nivel del mar.

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