Castellano, pregunta formulada por daniel080908rojas, hace 1 mes

Tiempo histórico de la obra el moro ​

Respuestas a la pregunta

Contestado por cuellarquiroganicole
1

Respuesta:

El Moro nació en una noche

estrellada a las orillas del río Funza, en la hacienda

Ultramar, ubicada en la Sabana de Bogotá, de propiedad de

don Próspero Quiñones. Pocas horas después

de su nacimiento estuvo a punto de morir (a pesar de que en esa

entonces él no tenía ni la "menor idea de la

muerte") en un pantano, de donde fue sacado por el mayordomo y el

amansador de esa finca. Entonces comprendió que "el mundo

donde nació sólo ofrece peligros y amarguras".

Más tarde habría de entender "lo absoluto del

señorío del hombre sobre los seres de mi

especie".

Tras pasar en el potrero días muy agradables

retozando con los demás potros, y oyendo las

conversaciones que acostumbraban tener las yeguas, con lo que se

distraía y empezaba a conocer el mundo, le colocaron la

jáquima (cabezada de cordel, que suple por el cabestro,

para atar las bestias y llevarlas) y lo trasquilaron, luego de

haberlo sometido a la fuerza. Así empezó el

doloroso y salvaje proceso de domesticación o

amansamiento.

Su madre, que se llamaba La Dama, tuvo otro crío,

pero el Moro lo despreció porque era un muleto, producto

del apareamiento de su madre con un asno o burro. Por esta

razón no quiso saber nada de él, y lo desprecio.

"Instintivamente volví las ancas hacia donde estaba, y

produciendo el sonido, asaz contumelioso, que suele

acompañar a tales actos, disparé al aire un par de

coces, dedicándoselas acá en mis adentros al

bastardo orejudo, a quien no habría reconocido por hermano

ni aunque me lo hubieran predicado frailes descalzos…

Desde entonces quedaron relajados los vínculos que me

unían a mi madre, y mi trato con ella empezó a

adolecer de una frialdad muy sensible; pero no puedo ocultar que

los desvelos y las caricias con que mi madre favorecía al

animal ese, excitaban en mi pecho celos y

envidia".

Tiempo después, aún siendo potro, fue

vendido a don Cesáreo, vecino de don Próspero, y su

nuevo hogar fue la hacienda Hatonuevo. Su nuevo amo, que no

gustaba de potros cerreros (bestias sin domar o amansar), lo

compró precisamente por su mansedumbre. Don

Cesáreo, que "era un viejo de corta estatura,

gordiflón y mofletudo, de mejillas y nariz coloradas y de

patillas abultadas y entrecanas", practicaba el comercio

fraudulento de bestias, buscando "comprar a huevo y vender

luego a peso de oro", para lo cual acudía a ardides,

trucos y artimañas que le permitían vender equinos

a incautos compradores como si estuvieran jóvenes y sanos,

a pesar de estar viejos y enfermos. Éste y otros

procederes indecorosos de su amo, le hicieron reconocer que

"el gran conocimiento del mundo que me precio de tener, se lo

debo en gran parte a la selecta sociedad en que viví

mientras estuve en poder de mi amo don Cesáreo". El

Moro empezó a conocer las miserias y las grandezas del

alma humana. "Que los hombres sean de una naturaleza superior

a la de los brutos no puedo dudarlo; pero nunca entenderé

cómo se compadece esa superioridad del hombre con su

disposición a engañar. Yo me enorgullezco sintiendo

que no puedo hacerlo; y creo que aunque pudiera, me

contendría la vergüenza. Un hombre se sonroja de que

otros sepan que ha mentido y no se sonroja de saberlo él

mismo ¡Qué confesión tan oprobiosa de que su

propio juicio no vale nada! Don Cesáreo, que se estimaba

bastante para no sufrir que se le tuviese por ladrón, por

borracho, por libertino o por blasfemo, no se estimaba bastante

para huir de envilecerse a sus propios ojos mintiendo y

engañando

Contestado por aleborjarivera
0

Respuesta:

Un caballo ("El Moro"), en sus

últimos años de vida, relata su atribulada

historia. Cuenta sus aventuras y desventuras, dichas y desdichas

bajo el cruel trato de sus amos y de las personas que,

circunstancialmente, se beneficiaron de su trabajo. El Moro,

cosificado e instrumentalizado por los seres humanos, durante su

azarosa vida fue adquirido por consentimiento, comprado, robado,

recobrado, dado a prueba, prestado, expropiado, botín de

guerra, hurtado y depositado, alquilado, tuerto y

enfermo.

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