texto con adverbios y adjetivos porfavor
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Juan suele salir muy seguido a correr al parque
el auto negro de carreras es el mejor de todo el pais
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La caja de cristal
Había una vez una niña pequeña y hermosa. Era tan delicada que su madre, muy preocupada, la encerró en una caja de cristal para protegerla siempre del viento y de la lluvia, de la enfermedad y de todo peligro.
La caja de cristal estaba astutamente montada sobre útiles ruedas y, gracias a ellas, se la podía sacar también al jardín. Allí la niña podía contemplar, a través de los transparentes cristales, las bellas flores, los pájaros danzarines y los niños que brincaban alegremente. Ella, en cambio, estaba sentada inmóvil en su caja de cristal, y cada día se ponía más pálida.
La madre nunca perdía de vista la caja de cristal. Sin embargo, un día tuvo que alejarse de allí por un par de horas. Afuera reinaba el otoño, y el viento celebraba una magnífica fiesta a la que estaban invitadas todas las hojas pardas, rojas y amarillas de los árboles. Las hojas saltaban rítmicamente de las ramas y danzaban por aquí y por allá. Vinieron los niños y las niñas que salían de la escuela y danzaron también felices con ellas.
Entonces la pequeña niña exclamó:
—¡Espérenme! ¡Ya voy con ustedes!
Pero las puertas de la casita de cristal estaban cerradas. Inútilmente las empujó y tiró de ellas.
Entonces vino el viento. Sacudió la casita de vidrio e hizo que se estremeciera. Y, finalmente, la casita de cristal quedó rota, y la pequeña prisionera salió con un ágil brinco de su interior.
¡Qué maravilloso era el aire allí afuera! ¡Y cuán grande y amplio era el mundo! Allí se podía danzar. Las hojas danzaban, los niños danzaban y, más alegre que ninguno, danzaba también el jubiloso corazón de la niña.
Repentinamente, apareció la madre. Al ver a la niña fuera de la caja, se sintió asustada y desconsolada. Temía que ahora la frágil niña se enfermara.
Pero la niña no se puso enferma ni tampoco tuvo el más leve malestar. Sus mejillas se tornaron coloradas, brillaron más claros sus ojos y su carita se hizo cada día más bella.
Adjetivos:
pequeña, hermosa, delicada, preocupada, montada, útiles, transparentes, bellas, danzarines, inmóvil, pálida, magnífica, todas, pardas, rojas, amarillas, felices, cerradas, rota, ágil, maravilloso, grande, amplio, alegre, jubiloso, asustada, desconsolada, frágil, enferma, leve, coloradas, claros, bella.
Adverbios:
muy, siempre, astutamente, también, allí, alegremente, más, nunca, afuera, rítmicamente, aquí, allá, también, ya, entonces, inútilmente, finalmente, más, repentinamente, ahora, tampoco.
Había una vez una niña pequeña y hermosa. Era tan delicada que su madre, muy preocupada, la encerró en una caja de cristal para protegerla siempre del viento y de la lluvia, de la enfermedad y de todo peligro.
La caja de cristal estaba astutamente montada sobre útiles ruedas y, gracias a ellas, se la podía sacar también al jardín. Allí la niña podía contemplar, a través de los transparentes cristales, las bellas flores, los pájaros danzarines y los niños que brincaban alegremente. Ella, en cambio, estaba sentada inmóvil en su caja de cristal, y cada día se ponía más pálida.
La madre nunca perdía de vista la caja de cristal. Sin embargo, un día tuvo que alejarse de allí por un par de horas. Afuera reinaba el otoño, y el viento celebraba una magnífica fiesta a la que estaban invitadas todas las hojas pardas, rojas y amarillas de los árboles. Las hojas saltaban rítmicamente de las ramas y danzaban por aquí y por allá. Vinieron los niños y las niñas que salían de la escuela y danzaron también felices con ellas.
Entonces la pequeña niña exclamó:
—¡Espérenme! ¡Ya voy con ustedes!
Pero las puertas de la casita de cristal estaban cerradas. Inútilmente las empujó y tiró de ellas.
Entonces vino el viento. Sacudió la casita de vidrio e hizo que se estremeciera. Y, finalmente, la casita de cristal quedó rota, y la pequeña prisionera salió con un ágil brinco de su interior.
¡Qué maravilloso era el aire allí afuera! ¡Y cuán grande y amplio era el mundo! Allí se podía danzar. Las hojas danzaban, los niños danzaban y, más alegre que ninguno, danzaba también el jubiloso corazón de la niña.
Repentinamente, apareció la madre. Al ver a la niña fuera de la caja, se sintió asustada y desconsolada. Temía que ahora la frágil niña se enfermara.
Pero la niña no se puso enferma ni tampoco tuvo el más leve malestar. Sus mejillas se tornaron coloradas, brillaron más claros sus ojos y su carita se hizo cada día más bella.
Adjetivos:
pequeña, hermosa, delicada, preocupada, montada, útiles, transparentes, bellas, danzarines, inmóvil, pálida, magnífica, todas, pardas, rojas, amarillas, felices, cerradas, rota, ágil, maravilloso, grande, amplio, alegre, jubiloso, asustada, desconsolada, frágil, enferma, leve, coloradas, claros, bella.
Adverbios:
muy, siempre, astutamente, también, allí, alegremente, más, nunca, afuera, rítmicamente, aquí, allá, también, ya, entonces, inútilmente, finalmente, más, repentinamente, ahora, tampoco.
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