tema especifico la calidad universitaria
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EVALUACIÓN FORMATIVA Y SUMATIVA, FORMAL E INFORMAL
Evaluar es parte de un comportamiento normal y en la universidad casi todo es evaluado (Stake y Cisneros, 2000). La mayor parte de la evaluación es informal, incluso involuntaria, ya sea que la realicen las autoridades u otros.
Evaluación formal. En algunas ocasiones, y como parte de alguna rutina operativa, se hacen esfuerzos extraordinarios por observar, medir, registrar e interpretar el mérito y las deficiencias de las cosas. Cuando la evaluación llega a ser planificada, rutinaria, registrada y publicitada decimos que es formal. Muchas de las funciones de la universidad son evaluadas de manera formal e informal.
Una base para la evaluación formal debiera determinar sus métodos, procedimientos, instrumentos y actividades. A menudo, para una evaluación de cualquier "evaluando" (es decir, la entidad o función que está siendo evaluada en la universidad), hay distintas bases, y éstas dependerán del uso que se le quiera dar a la evaluación. Por supuesto, el uso será diferente si se trata de evaluación sumativa o formativa (Contreras, 2010).
Evaluación sumativa. Cuando la evaluación se realiza con el objetivo fundamental de comprender la calidad de un evaluando, la llamamos sumativa. Pensamos que la persona o instancia a evaluar tiene un valor; sabemos que el valor depende en parte de su situación, de sus potenciales usos y de los usuarios en sí mismos, pero por el momento nos concentraremos en qué tan bueno o malo es. Cuando hablamos de la colaboración entre la universidad y la industria, o de sus programas de música, o de sus bibliotecas, usualmente estamos hablando de su calidad en sentido sumativo, en un tiempo y lugar específicos.
Evaluación formativa. Pero a menudo vemos al evaluando como algo que más bien se está desarrollando, cambiando, reorganizando para un nuevo uso, y recurrimos a la evaluación formativa. El jardinero poda el árbol, el asesor cambia el protocolo, el entrenador recluta atletas. Todos ellos están evaluando formativamente cómo mejorar el proceso. En la evaluación formativa no sólo se considera el uso a futuro, sino también las situaciones probables, las nuevas oportunidades, las barreras y los posibles desastres.
Sería erróneo pensar que la evaluación sumativa de la calidad universitaria no presta atención al cambio y a la utilidad; asimismo, está equivocado quien cree que la evaluación formativa no presta atención a los méritos del evaluando en su forma inmediata. Se acostumbra combinar la evaluación formativa y la sumativa, pero los diferentes propósitos requieren diferentes criterios, diferentes explicaciones a los informantes, y diferentes instrumentos.
Los procesos de acreditación, tanto de las universidades como de sus departamentos, realizados por asociaciones profesionales, constituyen primordialmente una evaluación sumativa, pero a nivel teórico y, a veces, funcional, es un proceso para mejorar la institución (Dressel, 1971). Algunos países confían considerablemente en la evaluación mediante acreditaciones; otros, en procedimientos estandarizados de control de calidad establecidos por el gobierno central. El hecho de no obtener la acreditación puede adjudicarse a procedimientos de actuación atípicos más que a una verdadera carencia. Aún en evaluaciones bien fundadas, la validez de aquello que es formalmente acreditado es algo que hay que revisar. Cualquier expresión reduccionista (como "acreditado") simplifica extremadamente las fortalezas y debilidades del evaluando.
A continuación presentamos una conversación hipotética que podría darse entre autoridades de una universidad a propósito de la acreditación institucional. La idea es mostrar que este proceso es bastante más complejo de que lo que aparenta y que algunas veces oculta finalidades distintas a las declaradas explícitamente.
Evaluar es parte de un comportamiento normal y en la universidad casi todo es evaluado (Stake y Cisneros, 2000). La mayor parte de la evaluación es informal, incluso involuntaria, ya sea que la realicen las autoridades u otros.
Evaluación formal. En algunas ocasiones, y como parte de alguna rutina operativa, se hacen esfuerzos extraordinarios por observar, medir, registrar e interpretar el mérito y las deficiencias de las cosas. Cuando la evaluación llega a ser planificada, rutinaria, registrada y publicitada decimos que es formal. Muchas de las funciones de la universidad son evaluadas de manera formal e informal.
Una base para la evaluación formal debiera determinar sus métodos, procedimientos, instrumentos y actividades. A menudo, para una evaluación de cualquier "evaluando" (es decir, la entidad o función que está siendo evaluada en la universidad), hay distintas bases, y éstas dependerán del uso que se le quiera dar a la evaluación. Por supuesto, el uso será diferente si se trata de evaluación sumativa o formativa (Contreras, 2010).
Evaluación sumativa. Cuando la evaluación se realiza con el objetivo fundamental de comprender la calidad de un evaluando, la llamamos sumativa. Pensamos que la persona o instancia a evaluar tiene un valor; sabemos que el valor depende en parte de su situación, de sus potenciales usos y de los usuarios en sí mismos, pero por el momento nos concentraremos en qué tan bueno o malo es. Cuando hablamos de la colaboración entre la universidad y la industria, o de sus programas de música, o de sus bibliotecas, usualmente estamos hablando de su calidad en sentido sumativo, en un tiempo y lugar específicos.
Evaluación formativa. Pero a menudo vemos al evaluando como algo que más bien se está desarrollando, cambiando, reorganizando para un nuevo uso, y recurrimos a la evaluación formativa. El jardinero poda el árbol, el asesor cambia el protocolo, el entrenador recluta atletas. Todos ellos están evaluando formativamente cómo mejorar el proceso. En la evaluación formativa no sólo se considera el uso a futuro, sino también las situaciones probables, las nuevas oportunidades, las barreras y los posibles desastres.
Sería erróneo pensar que la evaluación sumativa de la calidad universitaria no presta atención al cambio y a la utilidad; asimismo, está equivocado quien cree que la evaluación formativa no presta atención a los méritos del evaluando en su forma inmediata. Se acostumbra combinar la evaluación formativa y la sumativa, pero los diferentes propósitos requieren diferentes criterios, diferentes explicaciones a los informantes, y diferentes instrumentos.
Los procesos de acreditación, tanto de las universidades como de sus departamentos, realizados por asociaciones profesionales, constituyen primordialmente una evaluación sumativa, pero a nivel teórico y, a veces, funcional, es un proceso para mejorar la institución (Dressel, 1971). Algunos países confían considerablemente en la evaluación mediante acreditaciones; otros, en procedimientos estandarizados de control de calidad establecidos por el gobierno central. El hecho de no obtener la acreditación puede adjudicarse a procedimientos de actuación atípicos más que a una verdadera carencia. Aún en evaluaciones bien fundadas, la validez de aquello que es formalmente acreditado es algo que hay que revisar. Cualquier expresión reduccionista (como "acreditado") simplifica extremadamente las fortalezas y debilidades del evaluando.
A continuación presentamos una conversación hipotética que podría darse entre autoridades de una universidad a propósito de la acreditación institucional. La idea es mostrar que este proceso es bastante más complejo de que lo que aparenta y que algunas veces oculta finalidades distintas a las declaradas explícitamente.
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