tecnica usada de la mano de la protesta
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MODELO - LAS MANOS DE LA PROTESTA
Oswaldo Guayasamín
Tiene una colección de pinturas llamada ‘En la Edad de la Ira’ y dentro de ella la serie más importante es ‘Las Manos’ y es aquí donde se ubica ‘Las manos de la protesta’ la cual es de vital importancia porque resume la actitud del ser humano frente a la injusticia en el mundo. En la serie se retrata al que tiene todo, esto es, ‘Manos insaciables y a los que no tienen nada ‘Manos del mendigo’; luego de pasar por las manos de la oración, del miedo, etc., a la sociedad marginada, lo único que le queda es la protesta y acá aparece la obra en cuestión.
De modo que, se está hablando de expresionismo latinoamericano, este pintor y muralista ecuatoriano ha logrado plasmar con los rasgos marcantes de caras indígenas, sumidos en multifacéticas expresiones sentimentales. Para hablar de ‘Las manos de la protesta’ hay que hacer referencia a toda la serie porque son obras marcadas por una constante protesta y denuncia de carácter social y política a favor de los derechos humanos, sobre todo de los derechos de los pueblos autóctonos andinos de donde Guayasamín provenía.
Esta obra humanista, se calificada entonces expresionista, porque pretende reflejar el dolor y la miseria que aún soportan gran parte de los pueblos indígenas americanos, sumergidos en la discriminación de sus propios conciudadanos de otros orígenes raciales.
Esta obra es el resultado del pensamiento de toda una vida, el mensaje que él grita en sus pinturas, está dedicado a la sensibilidad por los seres más desprotegidos de la sociedad ecuatoriana. Su percepción es triste, porque él solo ve el caos de los seres que sufren, de niños con frío, de razas que se enfrentan y culturas que se pierden, su mundo contemporáneo le preocupa de principio a fin y por eso sus pinceladas tienen sentido social.
Durante tres décadas trabaja en ‘La edad de la Ira’, donde relata el dolor por tanto sufrimiento que había en el mundo, la guerra Civil Española y las guerra fría, el mensaje es violento y conmovedor, y busca generar una fuerte impresión en el publico. Cabe señalar que sus pinturas abandonan en la década del 60 el expresionismo clásico de pintura, para permitir crear con otras normas y reglas de arte, otorgándole a sus trabajos, una frescura y una modernización propia del cambio cultural que se desarrollaba.
Ahora bien, lo relevante es que a partir de lo anterior se puede afirmar que hay diferencias en la percepción de una obra, por la raza y/o cultura, es decir, la percepción se concibe como un proceso activo en el que se implica la globalidad de la persona, no se puede dejar de lado la relación existente entre las estructuras cognoscitivas planteadas por el sujeto y el marco en que estas se ejercen. Porque en todo acto perceptivo se involucra el sujeto perceptor y el autor en su dimensión histórica y cultural. Presente y pasado, futuro como proyecto, deseos e intenciones inconscientes, todo configura ese plan perceptivo.
Asimismo, esas proyecciones y expectativas, esa herencia con la que se trabaja, se generan en un entorno cultural que plantea una serie de problemas que deberían ser resueltos. La teoría de la percepción se enfrenta así al problema de los condicionamientos culturales, con una variante inmersa del etnocentrismo: la capacidad para tratar de ver cada cultura en función de su particular sistema de valores y una distinción inicial entre percepción del espacio y representación del mismo.
Por otro lado, es preciso mencionar que así como las obras de arte pueden presentar características de belleza como la armonía, la proporción, equilibrio, verdad y que suscitan al espectador placer, atracción y agrado, también pueden manifestar características de fealdad o ausencia de belleza como la deformidad, la desproporción, maldad, incorrección y no suscitan más que rechazo, repugnancia y displacer a los sentidos.
En consecuencia inferimos que la obra de arte trata de establecer un diálogo personal o subjetivo entre artista y espectador. Busca provocar un sentimiento común entre ambos, artista y espectador deben compartir emociones, sentimientos y pensamientos pues es pertinente y propicio aclarar que la mejor manera de entender el arte es no comprenderlo y sí, más bien, sentirlo, y de esta manera sentirse para de la obra. En este caso, hay un encuentro de situaciones culturales que se comparte, un contexto histórico.