TALLER APRENDE EN CASA N° 6
1. COMPETENCIAS DE COMPRENSIÓN E INTERPRETACIÓN LECTORA.
El jefe indígena Rafael Lanz vivía en las cabeceras del río Kamuarán. Siguiendo el consejo de los padres misioneros, que vivían en San Francisco de Luepa, Rafael aprendió varias oraciones y se las enseñó a sus hijos para que las recitaran todos los días: al amanecer y al anochecer. Una de ellas decía: “Potoritó, Dios, Señor nuestro danos las cosas buenas; aparta de nosotros todo lo malo; danos comida de caza y pesca; alimento de lo que sembramos; que no nos muerdan las culebras; que no caigan sobre nosotros los rayos; que el huracán no derribe árboles sobre nosotros; que la creciente del río no arrase con nuestras cosechas”… y se terminaba la oración con las palabras mágicas: Anchirí Ke Iná Repaké…
Entre los hijos del indígena Rafael, había uno todavía muy pequeño, llamado Antonio. El también rezaba como sus hermanos mayores, pero como no entendía bien las palabras, en vez de decir Anchirí, que significa ángel, decía T-ancehirí ke Iná Repaké, que quiere decir: Señor, danos barba. En su inocencia el niño pensaba que tener barba era una cosa muy interesante, pues la tenían los misioneros a quienes él veía cuando ellos iban por allá.
Debido a ese cambio que Antonio hizo en su oración: T-ancherí por Anchirí, los indígenas de la Gran Sabana comenzaron a tener barba, desde sus 18 0 20 años. Yo me pregunto: ¿Les ha sucedido lo mismo a otros indios en Venezuela?
¿Qué características del mito están presentes en esta narración?
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las cosas nuevas
éstoy seguro
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