sucuencia de ideas principales y secundarias sobre "la prodigiosa tarde de baltazar" de Gabriel Garcia Marquez.
Respuestas a la pregunta
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Respuesta:secuencia ideas primarias
Explicación:
• La jaula estaba terminada.
• Tanta gente vino a verla, que se for¬mó un tumulto frente a la casa, y Baltazar tuvo que descolgarla y cerrar la carpintería
• Ni siquiera sabía que para al-gunas personas, la jaula que acababa de hacer era la más bella del mundo.
• Cuando acabó de vestirse, Baltazar abrió la puerta del patio para refrescar la casa, y un grupo de niños entró en el co-medor
• Pensando en ella, el doctor Gi-raldo fue esa tarde a visitar a un enfermo, y al regreso pasó por la casa de Baltazar a co¬nocer la jaula.
• El médico la examinó cuidadosa-mente, sin tocarla, pensando que en efecto aquella jaula era superior a su propio pres¬tigio, y mucho más bella de lo que había so¬ñado jamás para su mujer.
• Bastará con col¬garla entre los árboles para que cante sola
• Bueno, pues me la llevo.
• s del hijo de don Chopo Montiel —dijo Baltazar—. La mandó a hacer expresamente.
• Bueno, pero no te dio el modelo —dijo—. No te hizo ningún encargo preciso, aparte de que fuera una jaula grande para turpiales. ¿No es así?
• Luego, moviéndose hacia la puer¬ta, empezó a abanicarse con energía, sonrien¬te, y el recuerdo de aquel episodio desapa¬reció para siempre de su memoria.
• En¬tonces abrió la puerta de la sala y vio un tu¬multo frente a la casa, y a Baltazar con la jaula en medio del tumulto, vestido de blan¬co y acabado de afeitar, con esa expresión de decoroso candor con que los pobres llegan a la casa de los ricos.
• Pero llévesela para adentro que nos van a convertir la sala en una gallera.
• Pepe apareció en el vano de la puerta. Te¬nía unos doce años y las mismas pestañas rizadas y el quieto patetismo de su madre.
—Ven acá —le dijo José Montiel—. ¿Tú mandaste a hacer esto?
• Lo siento mucho, Baltazar —dijo—. Pe¬ro has debido consultarlo conmigo antes de proceder
• Llévate tu trasto para la casa y no hagas más tonterías. No pienso pagarte ni un centavo.
• En el salón de billar recibieron a Baltazar con una ovación.
• Le ofrecieron una cerveza, y Baltazar co¬rrespondió con una tanda para todos
• Tenía la cara embadurnada de colorete, y como no podía dar un paso más, pensaba que quería acostarse con dos mujeres en la misma cama