sobre Martín fierro porque puedo afirmar que es una defensa hacia los gauchos
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Durante mucho tiempo Martín Fierro ha sido el libro más leído por los argentinos y todavía es considerado por mucha gente como la obra que mejor expresa la identidad gaucha. Es también el libro argentino que más comentarios críticos supo producir hasta el punto de inspirar la mordaz ironía de Borges: «Sospecho -escribe sin ambages- que no hay otro libro argentino que haya sabido provocar de la crítica un dispendio igual de inutilidades»1. No creemos del todo desacertado proclamar que el Martín Fierro representa una especie de anti-Facundo y que de hecho, la obra ha sido pensada como una rehabilitación del gaucho asemejado por Sarmiento al «bárbaro». Es lo que vamos a tratar de demostrar.
Digamos de entrada que no compartimos el juicio de Lugones, quien ve en la obra de Hernández una forma de repentismo o de espontaneísmo o aún de creación inconsciente2. El poema no ha sido compuesto en un estado de enajenamiento inspirado y no se aparta para nada de la realidad sociopolítica argentina contemporánea. Bien puede escribir Antonio Pagés Larraya, a modo de refutación de las aserciones de Lugones: «Si alguna obra está lejos de la "creación inconsciente", ésa es el Martín Fierro y si algún pensamiento está lejos de ser "fábula baladí", ése es el de José Hernández, que se expresa en una prosa sin oropel y problematiza todos los sectores críticos de la existencia nacional»3. Queda demostrado que Hernández ha meditado largamente su creación y que no sólo ésta presenta varios puntos comunes con el contexto social del momento, sino que se ha desarrollado -a veces con un ligero desfase temporal- en forma paralela a los escritos políticos del periodista y a las intervenciones del legislador en la Cámara de Diputados. Los artículos publicados por Hernández en el diario que fundó, El Río de la Plata, son significativos a menudo en cuanto a las preocupaciones sociales del escritor. Cierto artículo del 3 de octubre de 1896, titulado «La ciudad y la campaña», denuncia, por ejemplo, los privilegios de los ricos puebleros con respecto a los miserables habitantes del campo. El mismo Pagés Larraya señala a este respecto las convergencias entre los escritos periodísticos de Hernández y su gran poema gaucho: «Una denuncia se escucha en los artículos de El Río de la Plata, y es la misma que surge de Martín Fierro: en el país existen privilegiados y desposeídos, ciudadanos e ilotas, hijos y entenados. Misionero, el poeta ha asumido el deber de conjurar esa injusticia. La redención del gaucho como persona humana es la idea de más empuje en el mundo de Hernández»4.
Por su parte, la lectura del Diario de Debates de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires no es menos reveladora. Fijémonos, por ejemplo, en la sesión de la Cámara de Diputados del 30 de mayo de 1879 en la que viene a hablarse de los jueces de paz, frecuentemente acusados en el Martín Fierro. Hernández toma la palabra:
Esta cuestión de los jueces de paz es la más grave que ha tenido el país desde 1820. Hace medio siglo que estamos en esto. [...] Los jueces vinieron a ser señores de horca y cuchillo, en cada departamento. [...] La reforma de la Constitución [de 1853] se hizo sentir. [...] Me acuerdo que yo ocupaba entonces un lugar en la prensa de Buenos Aires y fui uno de los apóstoles más fervorosos de esa reforma, porque creía que el vecindario de cada partido tenía el derecho de elegir su juez de paz, que dirimiera las cuestiones civiles; tenía el derecho de elegir el comandante militar que debía vigilar por la guardia nacional; que tenía el derecho de elegir el maestro de escuela que había de educar a sus hijos y que tenía el derecho de elegir hasta el cura que había de dirigir sus familias5.
«Esa lectura muestra -escribe José Isaacson a propósito de este texto6- lo entramado que está el hombre que fue José Hernández con el poeta que estructuró el Martín Fierro». Y Halperín Donghi bien puede decir por su parte: «[No podemos] postular que la grandeza poética de Martín Fierro exista separadamente de su inspiración ideológica y afectiva»7. Eso es lo que resulta, en efecto: las estrofas del poema hernandino de ninguna manera pueden separarse de su contexto. Política y poesía vienen, en él, inextricablemente mezcladas. Lo literario encuentra su fuente en lo extraliterario.
Dime si quieres mas información porque si tengo más solo para que no se te haga tanta, buena suerte con tu tarea. Saludos!