situaciones que provocan -hambriento
-somnoliento
-enojo ^^
Respuestas a la pregunta
Respuesta:n el trabajo, con la familia, con los amigos…El estrés es uno de los males que aparece con más frecuencia en nuestra cotidianeidad, y es algo de lo que nos damos cuenta tarde: sólo somos conscientes de que deberíamos parar cuando los nervios han hecho ya acto de presencia. Aquí tienes una guía práctica para ayudarte a recapacitar sobre aquellas situaciones que se podrían controlar sin esperar a que todo vaya demasiado rápido. Hacerlo todo sin ayuda A veces, el camino más sencillo para resolver un problema es pedir ayuda a un compañero, amigo o familiar. Nuestra incapacidad para delegar en otras personas puede provocar que terminemos siendo responsables de más tareas de las que verdaderamente podemos hacer. Sentirse solo A veces, el torbellino de la vida diaria nos engulle en su ojo sin que podamos compartir nuestras preocupaciones con nadie. Entre otras razones, porque ello horadaría nuestra imagen de seguridad y confianza. Confiar a un amigo nuestros problemas no nos hace débiles a sus ojos, sino humanos. Muchas veces intentamos evitar las conversaciones banales (en el ascensor de casa, en la cola del mercado), cuando pueden ser un buen método para sentir que podemos relacionarnos con la gente que nos rodea. Llegar tarde Solemos considerar que retrasarnos en alguna de nuestras citas significa que estamos racionalizando nuestro tiempo, pues siempre hay alguna buena razón para hacerlo, como una tarea pendiente. Sin embargo, no es así. Comportarnos de forma que sintamos que siempre vamos mal de tiempo produce el efecto contrario, mientras que llegar con un poco de antelación nos permite relajarnos, tomar aire y limpiar nuestra cabeza de preocupaciones durante unos instantes. Enfadarse No sólo tenemos que enfrentarnos con un amplio número de complicados retos al día, sino que para realizarlos tenemos que relacionarnos con personas que, en muchos casos, tienen sus propios problemas. La tensión entre lo que uno quiere y lo que los demás quieren suele desembocar en disputas que no hacen más que añadir estrés. Así que contar hasta diez y morderse la lengua un rato, aunque nos duela, puede no ser una mala idea. Consumir café y alcohol A veces, los motivos de nuestro estrés son meramente químicos. Componentes como la cafeína o el alcohol no ayudan en nada a nuestro nerviosismo, por mucho que los consumamos para favorecernos en nuestra vida diaria (mayor actividad, mejor comportamiento social). No olvidar ni perdonar Una de las cosas que más estrés crea, sin ninguna duda, es deber dinero a alguien. La razón es que nuestro subconsciente sigue teniéndolo presente, por mucho que no lo recordemos de forma explícita. Bastante habitual es que tales compromisos reaparezcan en nuestros sueños en forma de pesadilla, recordándonos que tenemos cuentas pendientes. Algo semejante ocurre con las rencillas con otras personas, que se acumulan en nuestro debe mientras no las solucionemos. Las malas compañías A menundo nos vinculamos a gente que no nos trata como nos gustaría, que no cumple con lo que demandamos a una relación (de amistad, de pareja, incluso familiar) o cuyos rasgos de carácter encajan mal con los nuestros y, sin embargo, no damos los pasos necesarios para alejarnos de ellos. Hemos de ser conscientes de que tener alrededor gente que nos hace sentir mal es una de las mayores causas de estrés. Deshazte de ellos sin dudarlo. No desengrasar nunca
Te pasas la vida entre obligaciones, corriendo de un lugar a otro, tratando de cumplir con las múltiples tareas en las que estás metido, una dinámica que te lleva directamente a sufrir algún tipo de enfermedad. En esos casos, tomarse un tiempo libre a veces no es posible, por lo que es conveniente que, cuando tengas un rato, lo dediques a cosas con las que realmente lo pasas bien. Date un gustazo de vez en cuando.
No fijar bien los límites Frente a los demás, pero también frente a tus obsesiones. A veces somos conscientes de conductas que nos perjudican y, sin embargo, nos dejamos vencer por ellas. En ambos casos, hay que ser firmes: haz saber a los otros hasta dónde pueden llegar y qué líneas no pueden traspasar y aplícate el cuento a ti mismo. Tomarse las cosas muy en serio
A menudo los problemas que vivimos como grandes dramas tienen mucha menos importancia de la que les otorgamos. Si vas a dejar rienda suelta a la emoción, que sea en cosas que de verdad lo merezcan. Evita malentendidos, rebaja tensiones, no des demasiada relevancia a las cosas y vivirás mucho mejor.
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