Historia, pregunta formulada por luciagrande2409, hace 1 mes

sintetiza los sectores que apoyaban y aquellos que eran opositores a dorrego



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Respuestas a la pregunta

Contestado por juanangelsaldarriaga
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Respuesta:

Dorrego, sus inicios

El caudillo federal Manuel Dorrego era porteño. Fue el menor de cinco hermano que nacieron en pleno corazón de los que hoy es el barrio de San Telmo, y a pocas cuadras de la casa de su verdugo, el general Juan Lavalle. En 1810, siendo un estudiante universitario de leyes en Chile, se unió a los grupos que peleaban por la independencia de ese país y se convirtió en uno de los cabecillas de la rebelión. También fue de los primeros en arengar “Junta queremos”, cuando la Revolución de Mayo estaba por estallar.

Dorrego abandonó los estudios, volvió a Buenos Aires e ingresó en el Ejército del Norte. Luchó con heroísmo en las batallas de Salta y Tucumán, bajo las órdenes de Manuel Belgrano. Debido a sus heridas en combate, quedó irreversiblemente con la cabeza inclinada hacia un hombro.

Como le gustaban las bromas pesadas, tanto Belgrano como San Martín lo sancionaron por su indisciplina y lo dejaron fuera de las Batallas en Vilcapugio y Ayohuma. Cuentan que luego de la victoria en Salta, y llevando ya varias semanas de inmovilidad en Humahuaca, para generar adrenalina en la tropa decidió provocar la discordia entre dos de sus mejores oficiales hasta el punto de que se desafiaron a un duelo del que ambos resultaron heridos. Tras la derrota en Vilcapugio, Belgrano evaluó que si Dorrego hubiera estado al mando del Batallón de Cazadores, seguramente la batalla no se habría perdido.

Dorrego, el opositor

Manuel Dorrego era un claro opositor del poder de la oligarquía librecambista porteña, cuyo líder era Bernardino Rivadavia, quien se había autoproclamado presidente de las Provincias Unidas del Río de La Plata. Al discutirse la Constitución de 1826, suspendió el derecho a votar de los "criados a sueldo, peones jornaleros y soldados de línea". Dorrego, famoso por su elocuencia, no se quedó callado e interpeló a los diputados.

"He aquí la aristocracia, la más terrible, porque es la aristocracia del dinero (...). Échese la vista sobre nuestro país pobre: véase qué proporción hay entre domésticos, asalariados y jornaleros y las demás clases, y se advertirá quiénes van a tomar parte en las elecciones. Excluyéndose las clases que se expresan en el artículo, es una pequeñísima parte del país, que tal vez no exceda de la vigésima parte (...) ¿Es posible esto en un país republicano?".

"¿Es posible que los asalariados sean buenos para lo que es penoso y odioso en la sociedad, pero que no puedan tomar parte en las elecciones?". El argumento de quienes habían apoyado la exclusión era que los asalariados eran dependientes de su patrón. "Yo digo que el que es capitalista no tiene independencia, como tienen asuntos y negocios quedan más dependientes del Gobierno que nadie. A ésos es a quienes deberían ponerse trabas (...). Si se excluye a los jornaleros, domésticos, asalariados y empleados, ¿entonces quiénes quedarían? Un corto número de comerciantes y capitalistas”.

Los periódicos fueron otras de las herramientas que Manuel Dorrego utilizó para plantear sus ideas y cuestionar las medidas centralizadoras de Rivadavia, ganando prestigio en las provincias, en donde se lo consideraba uno de los dirigentes más caracterizados del federalismo en Buenos Aires. Al año siguiente, en 1827, Bernadino Rivadavia fue depuesto de su poder por la presión social reinante y Manuel Dorrego obtuvo el cargo de gobernador por Buenos Aires. Durante su mandato promovió una ley universal que permitía a los pobres poder votar. Entre sus primeras medidas de gobierno, contempló el desendeudamiento público, estableció un sistema de “precios cuidados” y la prohibición del monopolio sobre los principales productos que consumía el pueblo. También sancionó una ley de libertad de imprenta que castigó con multas a las publicaciones calumniosas e injuriosas.

Sus acciones no durarían mucho. La conspiración unitaria en su contra no se hizo esperar.

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