Si hablamos de la ética personal, la mayoría sabemos a qué nos referimos: todas y todos tenemos un código
de conducta, una escala de valores que podemos compartir o no con otras personas y que nos guía a la hora
de actuar. Por ejemplo, cuando procuramos no dañar o herir a otras personas, lo hacemos por respeto, por
amor o aprecio, pero también porque sabemos que eso no está bien, que hacer algo que les perjudique nos
afectará, en muchos sentidos, a nosotras y nosotros mismos. Ser personas sinceras y no tomar lo que no es
nuestro son algunas cuestiones que debemos incluir en ese código ético personal. Pero, ¿qué hay de
cuestiones como el vegetarianismo, o ir en bicicleta al trabajo, por ejemplo? ¿A qué responden: a una ética
personal o a una ética social?
Cuando te preguntas qué es la ética social, la respuesta refleja esos mismos principios éticos que inspiran tu
ética personal, ni más ni menos. Lo único que cambia (que sin embargo no es poco) es la apreciación de la
propia responsabilidad, que pasa de verse como algo particular a ampliarse y alcanzar una dimensión más
generosa, poniéndose al servicio de la responsabilidad social. Al fin y al cabo, la ética social implica tomar
conciencia de que todos y cada uno de tus actos tienen consecuencias sociales, sobre los demás y sobre el
medio ambiente. O, dicho de otro modo, la ética individual es la base sobre la que construimos la ética
social que se aplica en los entornos donde convivimos y nos desenvolvemos como personas. No existe la
una sin la otra.
Tan estrecha es la relación entre estos dos conceptos, que es prácticamente imposible que pueda existir
una ética personal sin una ética social. Las personas que son buenas con sí mismas hacen lo propio cuando
trasladan esos valores a la sociedad como tal. Del mismo modo, quienes practican unos principios y
acciones beneficiosas para sus semejantes, es casi seguro que los trasladarán a nivel individual. Algunas
cuestiones sobre la ética social y la ética propia. Para entender este concepto con más claridad y
profundidad, respondamos a algunas de las preguntas que nos hacíamos al inicio:
No comer carne ni pescado, ¿es una opción socialmente responsable?
Pues efectivamente, lo puede ser. Al menos reducir su consumo a niveles social y medioambientalmente
sostenibles. Da lo mismo si lo que nos impulsa es una cuestión de gusto, si lo hacemos porque nos «dan
pena» los animales (una cuestión de ética personal), o porque entendemos que, con ello, contribuimos a
mejorar el reparto de los recursos naturales del planeta (una perspectiva, sin duda, de ética social). Los
efectos serán los mismos: comiendo menos carne y pescado podemos llegar a mejorar nuestra salud y
minimizar el impacto social y medioambiental que genera un consumo exagerado de estos productos
(deforestación, conversión de cultivos en pasto para ganado y, con ello, hambre, desigualdades...). Según
datos de la FAO, comer carne y pescado forma parte de una dieta equilibrada, pero mientras que en los
países en desarrollo el consumo de carne por persona y año a veces no alcanza los 10 kilos, la producción de
carne mundial en 2014 se ha situado en más de 300 millones de toneladas. Si hacemos un cálculo rápido,
salen más de 42 kilos por persona y año. Podríamos preguntarnos, ¿quién los consume?
Si usar la bicicleta me mantiene en forma y me hace sentir mejor, ¿es eso compatible con la ética social?
¡Por supuesto! ¿Qué hay de malo en sentirse mejor con algo tan positivo como ir en bicicleta? Beneficia a
nuestra salud, nos pone de buen humor, nos ayuda a ahorrar... y encima, es ecológicamente sostenible.
Claro que desde el punto de vista de la ética personal, procurar por nuestra propia salud y bienestar puede
figurar entre lo más destacable del código ético individual; pero miremos un poco más allá: usando la
bicicleta reducimos las emisiones de gases contaminantes, beneficiamos la movilidad en las grandes
ciudades y minimizamos el impacto causado por la explotación de los recursos naturales y las fuentes de
energía no renovables, como el petróleo. Todo ello, sin duda alguna, grandes muestras de responsabilidad
social.
segun la lectura
1. ¿Qué entendemos por código de conducta?
2. ¿Cuál es la diferencia entre la ética social y la ética personal o código de conducta?
3. Comprendiendo los párrafos 2 y 3, ¿por qué la ética es importante para la sociedad?
4. ¿Qué tiene que ver la ética con el valor de la responsabilidad social?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
1. Es un documento que describe con un lenguaje claro y preciso, el comportamiento que se espera de los servidores públicos en el ámbito laboral, así como de los terceros relacionados con la institución.
2. Si bien la ética social tiene como base la moral individual, la ética social se centra más en el comportamiento apropiado de las personas como un todo, más que un comportamiento individual.
3. Esto implica que tiene normas, principios y prácticas que fortalecen al ciudadano como el eje cardinal de la vida pública, y en ese sentido, la ética es un sistema de valores y normas que postulan de manera positiva desarrollar mejores conductas en favor de la vida colectiva, al conformar la conciencia individual
4. La ética implica necesariamente hablar de la práctica de valores y de principios, que permiten al ser humano orientar su actuación hacia el bien. La responsabilidad social es entonces el resultado tanto de la conciencia ética de las personas como de organizaciones que la practican.