Historia, pregunta formulada por lolilamendez, hace 7 meses

ser colombiano significa...?
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Contestado por diiomedesgo
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Respuesta:

Ser colombiano es una decisión muy valiente, porque significa abrazar la realidad de nuestro pasado, las páginas de violencia que escribimos, vimos escribir y leímos de nuestros abuelos; es ser mirado con desconfianza el mundo entero, mientras nos preguntan con un enorme asombro, cómo pese a todo, hemos logrado este enorme milagro.

Ser colombiano es una decisión de vida. Es aceptar que el pasado pesa, pero si bien no podemos cambiar el pasado, sí podemos construir uno nuevo. Porque el pasado no depende de nosotros, pero el pasado que dejemos, sí.

Ser colombiano es bailar salsa como cachaco, ser puntual como un costeño, ser cariñoso como un santandereano, perezoso como un llanero, con elegante hablado como el de los vallunos y poco emprendedor como los paisas, y sobretodo ser tan irónico que pueda comprender todos los disparates acá mencionados.

Somos diferentes al resto del mundo, porque a diferencia de otros países, hemos vivido en una abundancia única de miles de cosas, que se nos pasa recordar y disfrutar porque las vemos todos los días. No hablo del canto de los copetones o el aleteo de los pelícanos, ni mucho menos del amanecer en el horizonte del océano pacifico o el atardecer de la luna roja de los llanos. Me refiero a un mundo de cotidianidades que nos persiguen a diario, como el ladrido de los perros, las empanadas, las arepas, los tamales, los sancochos y su engreído hermano, el ajiaco. Oímos música en todos lados, nos saludamos efusivamente, decimos cosas sin sentido, como saludar a alguien que no conocemos, diciéndole “buenos días, ¿cómo le ha ido?”.

Ser colombiano es comprender que la vida no es fácil, pero que lo fácil no es vida. Hemos visto la violencia, el dolor, la corrupción, el engaño y el desencanto. Hemos gritado los goles de muchos y sufrido los triunfos y derrotas de otros. Vivimos plenamente el día, comenzando con el amargo sabor del café, que llegó a nuestros labios después de seducir nuestro olfato, con ese olor inconfundible de la semilla tostada hirviendo.

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